Como en todo, hay gente que cree en ellos y gente incrédula. Pero no sólo hablamos de los duendes, hay muchas cosas que por no ser tangibles, la gente no los integra a su mundo. Acuérdense que nosotros somos lo que creemos ser, y lo verdaderamente real queda fuera de nuestras creencias.
Si a nosotros nos hicieron creer desde pequeños que somos feos y tontos, así nos comportamos, aunque seamos verdaderamente lo contrario. Si creemos en la sanación por intermediación de nuestros santos u otras instancias, se dará un efecto placebo por la influencia o fuerza que ejerce nuestra creencia, esto no quiere decir que necesitemos de alguien externo a nosotros para curarnos, simplemente es un ejemplo del efecto de nuestras creencias.
Decretar significa que lo que decimos o pensamos que va a suceder, sucede. Por ejemplo cuando nos decimos internamente, “no voy a poder hacer tal cosa”, o “me voy a caer”, sucederá la que estamos pensando, lo mismo pasa si decretamos lo contrario: “sí voy a poder hacer esto”, el resultado se dará. La decretación convierte lo dicho o pensado en actos fallidos, pues el inconsciente escuchó y te va a cumplir esa orden literalmente, cumple exactamente lo dicho Por ejemplo: cuando decimos ¡Voy a tratar!, no logramos nuestro objetivo, porque este en realidad es “SOLO TRATAR”.
Decía San Francisco de Asís:
“Ten cuidado con aquello que dices y piensas porque se puede convertir en la profecía de tu vida”
Que importante es lo que creemos, porque sus efectos se vuelven realidad, pero nosotros no somos lo que creemos ser. Por eso hay que abrirnos a una realidad fuera de nuestro pensamiento, es más, a ratos dejemos de pensar, para poder percibir una realidad que no viene de nuestra creencia.
Algunas creencias lejos de ser dañinas nos hacen mucho bien, como el creer en Santa Claus, en los Reyes Magos, en el Ratón (cuando se nos caen los dientes). Recordar esas ilusiones infantiles en la noche del 24 de Diciembre es mágico y con ello pensamos a veces, que triste es hacernos viejos. Pero la magia no sólo es para niños, los adultos la podemos conservar.
Y volviendo a los duendes, dicen las leyendas, algunas de ellas en Huasca de Ocampo Hidalgo - México, que los pequeños duendes no se hacen visibles a los ojos principalmente de los adultos porque los agreden. No les gusta como los humanos se comportan, no entienden por qué siendo el mundo tan maravilloso lo están echando a perder poco a poco con tanta violencia, envidia y maldad, donde están todos contra todos, no saben compartir, no conocen la verdadera amistad.
En el Museo de los Duendes, en Huasca, se muestran una colección de los trabajos que los Duendes realizan en las crines de los caballos. Los Duendes se enojan cuando a su energía pura llega la palabra soez cargada de negatividad que emana de nuestros labios. Esto nos hace estar conscientes de la fuerza de la palabra. En días pasados fui a Huasca y participe de una caminata nocturna al Árbol de los Deseos. Fue interesante caminar por el bosque en la noche fría, iluminándonos sólo con antorchas, contando historias de Duendes y chamanes, sacando fotos disparadas al azar para captar los nomos escondidos en la obscuridad. Después de hora y media de caminar, llegamos al Árbol de los Duendes, formamos sentados un gran círculo y escuchamos sus historias. Al final cada quién se acercó al gran árbol y con un abrazo, se despidieron pidiéndole un deseo.
Dicen las leyendas que los deseos que pidamos no deben ser para nosotros, y para seguir con la tradición mi deseo a mis queridos lectores imaginarios, familiares y amigos, es:
Que el próximo año 2011 la magia ilumine tu camino y que convierta y empate tus creencias en lo que realmente somos, ALMAS aprendices en constante evolución. Que transformemos nuestras creencias (Ego) y nos acerquemos a nuestra verdadera identidad para que con ello podamos VER y CAMBIAR lo que realmente vale la pena vivir.
Por este año, es cuanto.
Si a nosotros nos hicieron creer desde pequeños que somos feos y tontos, así nos comportamos, aunque seamos verdaderamente lo contrario. Si creemos en la sanación por intermediación de nuestros santos u otras instancias, se dará un efecto placebo por la influencia o fuerza que ejerce nuestra creencia, esto no quiere decir que necesitemos de alguien externo a nosotros para curarnos, simplemente es un ejemplo del efecto de nuestras creencias.
Decretar significa que lo que decimos o pensamos que va a suceder, sucede. Por ejemplo cuando nos decimos internamente, “no voy a poder hacer tal cosa”, o “me voy a caer”, sucederá la que estamos pensando, lo mismo pasa si decretamos lo contrario: “sí voy a poder hacer esto”, el resultado se dará. La decretación convierte lo dicho o pensado en actos fallidos, pues el inconsciente escuchó y te va a cumplir esa orden literalmente, cumple exactamente lo dicho Por ejemplo: cuando decimos ¡Voy a tratar!, no logramos nuestro objetivo, porque este en realidad es “SOLO TRATAR”.
Decía San Francisco de Asís:
“Ten cuidado con aquello que dices y piensas porque se puede convertir en la profecía de tu vida”
Que importante es lo que creemos, porque sus efectos se vuelven realidad, pero nosotros no somos lo que creemos ser. Por eso hay que abrirnos a una realidad fuera de nuestro pensamiento, es más, a ratos dejemos de pensar, para poder percibir una realidad que no viene de nuestra creencia.
Algunas creencias lejos de ser dañinas nos hacen mucho bien, como el creer en Santa Claus, en los Reyes Magos, en el Ratón (cuando se nos caen los dientes). Recordar esas ilusiones infantiles en la noche del 24 de Diciembre es mágico y con ello pensamos a veces, que triste es hacernos viejos. Pero la magia no sólo es para niños, los adultos la podemos conservar.
Y volviendo a los duendes, dicen las leyendas, algunas de ellas en Huasca de Ocampo Hidalgo - México, que los pequeños duendes no se hacen visibles a los ojos principalmente de los adultos porque los agreden. No les gusta como los humanos se comportan, no entienden por qué siendo el mundo tan maravilloso lo están echando a perder poco a poco con tanta violencia, envidia y maldad, donde están todos contra todos, no saben compartir, no conocen la verdadera amistad.
En el Museo de los Duendes, en Huasca, se muestran una colección de los trabajos que los Duendes realizan en las crines de los caballos. Los Duendes se enojan cuando a su energía pura llega la palabra soez cargada de negatividad que emana de nuestros labios. Esto nos hace estar conscientes de la fuerza de la palabra. En días pasados fui a Huasca y participe de una caminata nocturna al Árbol de los Deseos. Fue interesante caminar por el bosque en la noche fría, iluminándonos sólo con antorchas, contando historias de Duendes y chamanes, sacando fotos disparadas al azar para captar los nomos escondidos en la obscuridad. Después de hora y media de caminar, llegamos al Árbol de los Duendes, formamos sentados un gran círculo y escuchamos sus historias. Al final cada quién se acercó al gran árbol y con un abrazo, se despidieron pidiéndole un deseo.
Dicen las leyendas que los deseos que pidamos no deben ser para nosotros, y para seguir con la tradición mi deseo a mis queridos lectores imaginarios, familiares y amigos, es:
Que el próximo año 2011 la magia ilumine tu camino y que convierta y empate tus creencias en lo que realmente somos, ALMAS aprendices en constante evolución. Que transformemos nuestras creencias (Ego) y nos acerquemos a nuestra verdadera identidad para que con ello podamos VER y CAMBIAR lo que realmente vale la pena vivir.
Por este año, es cuanto.