miércoles, 22 de octubre de 2008

Elsa & Fred


¿Qué película nos invita a vivir un amor tardío?, en donde se realiza un sueño, que tarda sólo sesenta años. Tardío por decir que no se vivió en la juventud. ¿Pero qué es viejo para el corazón o qué es joven para el alma? Sitios que no tienen tiempo y que no importa que la piel este arrugada o que la genitalidad nos cause risa, en lugar de erotismo.

Que bello morir de amor, o mejor dicho, morir con amor. ¿Por qué la vejez tiene que vivirse por lo general con viudez? Viudez que nos obliga a la soledad. O también esa soledad que nos da la segunda soltería en donde en ambas, sólo nos queda recordar, o a la mujer ausente y rutinaria o al marido de nuestra juventud.

¿No será posible, en un segundo intento, con viudez o soltería, enmendar los errores del primer matrimonio y llevar a cabo una relación más plena y llenadora, más… mágica?

Yo no se si esto será factible en nuestra realidad, pero el la película de Elsa & Fred, sí. Se dice que es una historia de amor tardío. ¿Por qué? ¿Porque llego tarde?, ¿tarde para qué? El amor nunca llega tarde, el amor simplemente llega… o no llega nunca. Y si la vejez nos hace sabios, podremos gozar el momento, no importando que tan fugaz sea, con tal de que nos alcance para bailar en la Fontana de Trevi.

¿Qué diría Anita Ekberg y Marcello Mastroianni de ese amor tardío? ¿Que el de ellos fue más intenso y bello que el de Elsa & Fred? Me imagino que no. Cada uno tuvo sus encantos, cada uno fue producto de sus protagonistas que finalmente vivieron lo que se atrevieron a fabricar.

Y en los papeles protagónicos las actuaciones magistrales de China Zorrilla como Elsa y el español Manuel Alexandre como Fred. El papel de Elsa, mujer divorciada de 82 años, intensa, audaz, elegante, irreverente, senilmente femenina, alegre, vital, inteligente, tenaz. En el papel de Fred aparece un hombre viudo, poco más joven que ella, común, hipocondríaco, melancólico, un tanto aburrido, rutinario. Es el contraste de personalidades lo que hace que funcione tan bellamente la relación.

Tanto Fellini como Marcos Carnevale hicieron un poema de amor. Aunque el de Carnevale tuvo un reto mayor, en ausencia de juventud, dejar plasmado el mismo amor intenso, lográndolo extraordinariamente.

La película esta llena de momentos, y uno no puede dejar de reír, de enternecerse, de llorar, de asombrarse, de envidiarles su amor. Es un film principalmente para adultos mayores y menores. No es para niños actuales que creen que el amor sólo le pertenece a la juventud.

No se si este amor sea posible en nuestra realidad, pero en la realidad de Elsa & Fred si lo fue. ¡Compartámosla!

sábado, 18 de octubre de 2008

El Abuelo y Yo


No les ha pasado, mis queridos lectores imaginarios, que de repente ya no saben sobre qué escribir, y la “pluma” pareciera que se seca. Pero, siempre aparecen temas nuevos y este fue el caso de mi último post. Voy a hacer, entre otros temas, una nueva sección de comentarios de películas.

De siempre he sido muy cinéfilo, me encanta el cine y me gusta compartir e intercambiar opiniones acerca de tantas películas que valen la pena. Yo no sé ustedes, pero yo tengo la suerte de ser abuelo y es una experiencia extraordinaria. Por eso, el día de hoy les voy a comentar acerca de una película, que a mí me gusto mucho. Se llama Charlie and me (El Abuelo y yo) con las actuaciones de Tom Bosley, como Charlie el abuelo y Jordy Benattar como Casey la nieta que vive sola con su padre Jeffrey (James Gallanders).

Casey vive una situación especial, es hija única, porque su madre falleció en un accidente cuando ella tenía 4 años y su joven padre (viudo) no se ha vuelto a casar y se ha hecho triste y callado, lo único que lo mantiene ocupado es el trabajo. El padre no ha superado el trauma de la pérdida de su esposa y no sabe como tratar a su hija pre-adolescente de 11 años.

En cambio, su abuelo, que vive enfrente de su casa, es súper cariñoso con ella. Se ha convertido en su mejor amigo, en su cómplice, en su confidente y pasan gran parte de los días juntos. Una de las formas de romper la barrera generacional es siendo la pareja: abuelo(a)-nieto(a).

Un día, estando los dos por entrar al cine, al abuelo le da un infarto y tiene que ser trasladado al hospital. Casey tienen que enfrentar el problema sola, ya que su padre esta en un viaje de trabajo a China. En el hospital conoce al cardiólogo Robert Graham (Barclay Hope), que siendo un especialista en corazón, no sabe usar el suyo para relacionarse con los demás y menos con esa niña necesitada de respuestas.

Debido al infarto y a la gravedad del problema, la relación entre el abuelo y la nieta se hace más cercana y cariñosa. Pasan un sin fin de tiernas aventuras, hasta que…
(Si quieren saber lo que pasa, pues véanla)

En la película se ve claramente al padre: “Sr. teléfono” siempre ocupado en llamadas telefónicas de trabajo y no pone la atención debida ni a su hija, ni a su padre, pero en el fondo envidia la forma en que su papá trata a su hija.

En la vida los pequeños detalles son los que cuentan, y claro no podían faltar en la película, tiernos detalles que ambos se regalan. El abuelo tiene dos ídolos: Louis Armstrong´s y su corbata de moño y su adorable nieta.

Lo que sí, tengan pañuelos a la mano, por si las moscas. Y si no los necesitan, pues que insensibles o a lo mejor ni son abuelos. Hasta la próxima película.

domingo, 5 de octubre de 2008

Una Dama sin Pudor


Son esas películas que nos dejan algo más que el sabor de las palomitas. La actuación magistral de Marianne Faithfull como Maggie, la abuela que debe encontrar la forma de ganar dinero para el tratamiento que le va a salvar la vida a su nieto.

No hay límites, no hay pudor que detenga la voluntad de lograr lo que se propone. En contra de la familia, de los “amigos”, de la sociedad moralista que la vigila y enjuicia. En contra de ella misma y sus reclamos fantasmales. ¿Hasta dónde somos capaces de meternos a mundos desconocidos y “prohibidos”, por amor?

Y en ese laberinto, encontrar nuestras fortalezas escondidas. Adueñarnos y personalizar los espacios de “pecado”, con un toque familiar: un pequeño florero y un cuadro de casa que la acompañan en su nueva faena.

“Una Dama sin Pudor” es una película fuera de serie. Para cinéfilos de amplio criterio que se atreven a ir más allá de “lo permitido”, más allá del pudor. Ver como, poco a poco, Maggie se va convirtiendo en la extraordinaria “Irina Palm”, buscada por hombres solitarios que encuentran en “ella” algo especialmente íntimo.

Maggie, o más bien, Irina Palm, le da un sello personal a su toque mágico. Cambia el “pecado” por ternura, convierte lo “inmoral” en un viaje imaginario y erótico. Película que puede ser juzgada injustamente, sin encontrar la riqueza de Maggie, de la mujer, de la abuela amorosa que se atreve a ir más allá de ella misma.

Los que creen en el “pecado”, en la “moral”, en las costumbres y tradiciones cristianas, por favor, no la vean. Los demás, saboreen la magia y la ternura de Maggie.