viernes, 3 de septiembre de 2010

Adíos, al maestro Germán Dehesa



Duele más cuando los exiguos se van, porque los abundantes, ni quién se de cuenta que ya no están un día. Los del montón sirven para esconder su cobardía en el anonimato. Los que nunca sobresalen porque en parte están medio muertos o muertos en vida. Los que necesitan guías para saber que hacer porque nunca se han atrevido a buscar en su interior.

Como los cuestionamientos de Ortega y Gasset al preguntarse si las masas pueden despertar a la vida personal. Esas inmensas aglomeraciones de seres humanos, que van y vienen por sus calles o se concentran en festivales y manifestaciones políticas carentes de vida individual. También nos habla de que la sociedad es unidad dinámica de dos factores: minorías y masas. Los que se distinguen y dejan huella y los que no se diferencian de otros hombres y repiten solamente un tipo genérico – la muchedumbre.

Ayer por la tarde uno de la minoría se fue. Nos dejó, por que no decirlo, tristes, pensativos, temerosos de que esta parte de la raza humana se extinga y terminemos sólo con las masas irreflexivas. Se terminen los que se atreven a pensar y a decir que no están de acuerdo. Los verdaderamente inteligentes y no porque acumulen dinero, títulos y lenguas, sino los que saben vivir felices con su realidad creada y concebida por ellos.
¡Salud por ellos! ¡Salud Germán Dehesa! ¡Salud Carlitos!

Recuerdo cuando iba en la prepa, en el C.U.M. Germán me dio dos años de Literatura. Fueron épocas felices, llenas de inconciencia juvenil, de amor eróticamente apasionado, de presente vacío de responsabilidades. Lo único que había era juventud y belleza.

Me gustaban las clases de Germán y con su personalidad él siempre se ganaba a los jóvenes. Muchos años después, me lo encontré varias veces en las librerías Gandhi, donde trabajé más de 8 años. Él era muy amigo de Mauricio Achar (el gordo como él le decía), el dueño de Gandhi.

Después, lo seguí por muchos años en su columna del periódico El Reforma: “Gaceta del Ángel”. Me extrañó el miércoles pasado porque compre el periódico y no venía su columna acostumbrada. Hoy leí con cierta nostalgia y admiración palabra de luto, según Germán, que decían:
“Trato de vivir sobre las puntitas de los pies, pues en mis delirios, imagino que si casi no hago ruido, la enfermedad no se va a percatar de mi presencia y me permita colarme a la vida que es a donde me gusta estar” y seguía diciendo: “Esta es Primera Llamada, primera” y resultó ser, “Tercera llamada, y última, comenzamos…”

…comenzamos a sentir que las cenizas aún calientes, se mojan en el Papaloapan, para despertar en una nueva aventura en donde el espíritu de Germán volará descansado por las praderas verdes de algún otro sitio.

Es cuanto

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