jueves, 28 de julio de 2011

Adiós mi querida Ana Julia


Ayer fui a una despedida, pero no de soltera, fue a un adiós para una tía muy querida. Se llamaba Ana Julia Pirsch Mirus y desgraciadamente en sus últimos tres o cuatro años, la enfermedad la acompañó sin tregua. Esa ya no era vida, recluida en su casa y conectada al oxigeno las 24 horas el día, y con su esposo enfermo al lado. Yo creo que la mayoría de la gente no le tememos a la muerte, sino a la enfermedad. Cuando de oídas nos enteramos de muertes estando dormidos, morir por un infarto fulminante, en una corta y rápida enfermedad, o algo parecido, nos dan ganas de terminar así, es como alguien decía: “…y se fue, como cuando una vela se va apagando poco a poco”, pero desgraciadamente con mi tía no fue el caso. Cuando me enteré del fallecimiento, hasta di gracias a Dios porque había terminado su sufrimiento.

Hoy en día se vive muy longevamente, tengo parientes y amigos en los noventa, que cuentan que sus padres murieron a los sesenta y tantos años, una diferencia, en sólo dos generaciones, de aproximadamente treinta años. Treinta años que hoy tenemos que aprender a vivir en circunstancias a veces un tanto desfavorables. Porque sabemos que no siempre viviremos con una pensión desahogada, en una casa propia y con salud razonable. Es probable que un bastón nos acompañe y si bien nos va, hasta un hijo o quizás un sobrino. Sienten los mayores que causan molestias y lástima, porque hoy en día la vida se vive con rapidez, belleza y juventud, y los viejos no tienen cabida en este escenario. Creo que en parte tienen razón, la sociedad en su mayoría los hemos hecho sentir así, sin darnos cuenta que todos vamos para allá.

Vamos a “borrar” por un momento estos cuatro años de Ana Julia y vayamos al pasado, con una Ana Julia alegre, intensa, activa, inteligente, visionaria, amorosa, una gran mujer. Hay un sentimiento muy bello que se llama admiración, y yo lo tuve por ella. La admiré como persona, como mujer (adelantada a su época), como ejecutiva (con una carrera exitosa en la Ford), como viajera y como tía.

Ana Julia tuvo un papá alemán (Pisrch) y debido a esto pudimos conocer y vivir una tradición de la cultura germánica llamada “El Conejo de Pascua”. Yo no lo sabía, (me lo dijo la Enciclopedia Wikipedia) pero existe una leyenda cristiana infantil sobre este conejo: Cuando Jesús estaba en el sepulcro, un conejo se había metido asustado a la cueva con él, por el gran alboroto que había. Permaneció ahí hasta que finalmente presenció la resurrección de Jesús. Como él sabía que el huevo era el símbolo universal de la vida, empezó a pintar muchos de ellos y a esconderlos en los matorrales, bosques y praderas para que los niños los encontraran y supieran de la resurrección de Jesús. Por cierto que esta leyenda Ana Julia no se la sabía, ya que hasta de grande nos comentó que iba a buscar el significado de los huevos de pascua. ¡Ya lo sabes Ana Julia!

En mis tiempos quien hacía las veces del conejo pintor, era principalmente mi papá. Meses antes del Domingo de Pascua se juntaban cientos de cascarones de huevo para ser pintados de diferentes colores y figuras. Fue bonito porque se juntaba toda la familia y cada uno hacía sus “obras de arte” con los cascarones. Una vez pintados, se llenaban de dulces y con pegamento se cerraban con papel de china de colores. Como a la fiesta acudíamos varias familias la cantidad de huevos que se juntaba era impresionante. Ana Julia decoraba canastas para que los niños pudieran recolectar los huevos. Los grandes, escondíamos (creo que un día antes), todos los huevos en el jardín. Los colocábamos en las enredaderas, en los árboles, hasta en la casa de Troy, un enorme perro pastor alemán que Ana Julia tenía y la verdad me daba miedo.

Se ponía un listón rojo cerrando la entrada al jardín, para que los niños no pasaran, antes de la apertura oficial hecha por Ana Julia. Con ojitos buscones, permanecían sin entrar descubriendo el sitio en donde algunos visibles huevos resaltaban. ¡Mira ahí hay uno!, ¡Ya vi otro!, ¡Mira otro en el árbol!, ¡Papá mira!, me ayudas a subirme, se oían las voces infantiles deseosas de ya poder entrar. Ana Julia los formaba por tamaños y edades: ¡A ver niños, primero los chiquitos!, ¡No empujen!, ¿Quien falta de canasta?, ¡Yo!, gritaba un pequeñín. Los papás fotógrafos haciendo su trabajo reporteril, y hablando de fotos, Ana Julia era una excelente fotógrafa. Era una gran fiesta que nunca olvidaremos, Los niños medianos y grandes corrían a tropel para ganar la mayor cantidad de huevos, a los pequeños los papás los ayudaban. Todo mundo corría de un lado para otro buscando los coloridos huevos. Había premios para todo, (que Ana Julia compraba previamente). Premio a quién más huevos juntara, premio a quien pintaba los más hermosos, que por cierto yo alguna vez gane. Terminada la recolección, los niños se sentaban en el pasto para presumir su botín y empezar a comerse los dulces. Las niñas con sus vestidos almidonados y zapatos de charol, los niños sin fijarse en su atuendo departían alegres su triunfo.

Después seguían divertidos concursos entre niños, niñas, papás y mamás e hijos, entre papás, de saltos en sacos, salto de altura, pasar por debajo de un palo, jalar la cuerda, y por supuesto cada ganador o ganadores se llevaban bonitos premios. Los gritos y porras acompañaban la competencia, ¡Órale papá tu puedes échale ganas! , los papás se esforzaban tanto que algunos de ellos caían por el esfuerzo. Como ven la diversión era en grande. Después seguía la comida, para los niños hot Dogs, hamburguesas, papitas fritas y para los adultos no me acuerdo. (Yo era niño pre-adolescente).

Y como nada dura para siempre, llegaba su fin, los niños contentos, aunque cansados, no se querían ir, algunos bebés caían dormidos, la tarde dejaba pasar la oscura noche y cada quien enfilaba a sus casas. Sólo quedaba una sensación: esperar nuevamente al próximo año, para que la fiesta del Conejo de Pascua volviera.

Gracias Ana Julia por regalarnos tan bellos recuerdos.

Ayer junto a una tumba fría y gris, con sólo un pequeño retrato de ella encima, (por no dejar), poca gente en el velatorio, pocas flores (para ser exactos tres) y pocos llantos (para ser exactos sólo cuatro), despedíamos a la tía Ana Julia. Fue una despedida austera, sobria hasta en los sentimientos. Hubiera deseado que miles de conejos hubieran irrumpido en la sala, con canastas de coloridos huevos y esparcirlos por todo el fúnebre lugar. Lo voy a convertir con la magia de mi imaginación (como Alicia en el país de las maravillas) en una realidad coherente, entre lo que ella significó y su frugal despedida.

Adiós mi querida Ana Julia, nos vemos el las próximas pascuas en donde la resurrección nos encontrara de nuevo juntos. Felices Pascuas.

Es cuanto.

miércoles, 13 de julio de 2011

LA MUERTE DE FACUNDO CABRAL (*)



Tantas cosas me vienen a la mente no sólo con la muerte de Facundo Cabral, sino con la forma como sucedió. Claro que acá en México esta forma es la de todos los días, y casi ya nos estamos “acostumbrando” a ella. Hace días comenté en el correo esta lamentable pérdida diciendo que a veces sentía una pena por pertenecer a esta raza humana tan deshumanizada y una amiga mía me comentó o yo así lo interprete, que el Universo es perfecto y que todo lo que sucede está en la mano de dios y que lo que le sucedió a Facundo Cabral estaba ya escrito. Yo puedo entender muchas cosas, y aceptar otras tantas: que los malosos son menos que los “buenos”, y también podría entender que todo lo que sucede tiene un por qué o aparentemente ya está escrito, no lo sé de cierto. Pero acuérdense que somos seres duales, por un lado sentimos felicidad pero por el otro sentimos rabia, enojo, coraje. No estoy diciendo con esto que vivamos aterrizados con estas últimas, simplemente es sentirlas cuando los eventos lo provocan. Eso es ser un ser humano. No podemos estar todo el tiempo con una sonrisa, como si no pasara nada, como decía una ex parienta política: “Cantemos villancicos al Señor”. Imagínense que estamos con un amigo que se le murió un hijo en esas condiciones. No podemos consolarlo diciéndole que ya estaba escrito y que el Universo es perfecto. No se vale, seamos más humanos y démonos cuenta que se necesita más sensibilidad para captar los sentimientos que están viviendo nuestros amigos o cualquier persona. Hay que ser empáticos, ponernos en los “zapatos” del otro y acompañarlo en su dolor, en su rabia, en su momento. Imagínense llegar con el poeta Sicilia y decirle eso, nos manda muy, pero muy lejos, y con toda razón.

La dualidad es una condición humana y de alguna manera, en este mundo, se dan ambos extremos. La Luz y la Sombra. No podemos juzgar que uno sea bueno y el otro malo, para que se de uno, se necesita el otro. Esto no quiere decir que los resultados de estar en uno y otro lado sean los mismos. Creo que el problema no puede ser tratado tan a la ligera. Hay que humanizarnos más y no pensar que sólo con buenos deseos las cosas se van a arreglar.

Por qué no ver que hay cosas que a lo mejor no tienen arreglo, o que simplemente son la consecuencia de una serie de factores que lo desencadenaron. Por ejemplo, lo que está sucediendo en México tiene muchas razones, ¿Por qué el crimen organizado está viendo un terreno fértil para sus “negocios” en México? , ¿Por qué no lo hacen mejor en los Estados Unidos, para estar más cerca de los consumidores? ¿Qué factores originan lo que estamos viviendo?

Yo pienso que esta situación por la que estamos atravesando obedece a muchos factores, como pueden ser:

-Los políticos y las personas de poder, que influyen en la toma de decisiones, están muy alejados de las necesidades de los ciudadanos comunes. Sólo les interesa la lana y el poder.

-No contamos con auténticos líderes carismáticos que guíen a las masas.

-Falta una verdadera revolución educativa que prepare a los alumnos para un mundo mejor y no sólo exigirles que memoricen conceptos y teorías, para que en algunos años, (otros en minutos), se les olvide todo. Hay que enseñarlos a PENSAR y a contar con una sociedad más humanizada. Pero con “líderes” como Elba Esther Gordillo, nunca vamos a cambiar, ni tampoco con “políticos” improvisados como el secretario de Educación Lujambio, que dice que las telenovelas ayudan a la educación, (yo creo que el se educo con ellas, sobre todo con las de Televisa y TV Azteca). Y quiere ser presidente…. (Sin comentarios)

-El sistema económico sólo ve la Macroeconomía, debería ocuparse de rediseñar un esquema que ayude a las familias a vivir dignamente. El secretario de Hacienda dice que alcanza perfectamente para vivir con 6 mil pesos al mes, (como se nota que él no los gana). Y quiere ser presidente… (Sin comentarios). La desigualdad económica es una grosería, hay que ampliar la clase media.

-Los sindicatos han frenado el desarrollo del país.

-El Poder Judicial en México es el poder más corrupto de los que existen, (nada más vean al juez de la película Presunto Culpable y su ratificación en su cargo por otros seis años, ¡Viva México, Ca!…)

-La impunidad es parte del Sistema Político Mexicano, ejemplo: La Guardería ABC, El Gober precioso, las armas de Hank Rhon, el padre Maciel y sus cochinadas, Martín Esparza, líder del SME, etc,etc,etc,etc,etc,etc…

-El Congreso del país no representa a los ciudadanos, el costo de tener a 500 diputados y más de 100 senadores es desproporcionado al tipo de país. Hay que quitar la representación proporcional.

-Etc. etc, etc, etc, etc…


Pero que forma de salirme del tema, mejor creo que voy a cambiar el título del post: “La Realidad Mexicana y sus Consecuencias, vista desde un enfoque dualista – Reflexión provocada por la muerte de Facundo Cabral” (*).

Es cuanto.