miércoles, 23 de junio de 2010

Cuento corto: "El viaje inesperado de Doña Josefa"


Ya me pesaba salir a la calle, resollaba gordo constantemente y la “bola” no me dejaba ser la que fui antes. Un miércoles, como cualquier otro de las anteriores semanas, salí por las tortillas… y al cruzar la calle, ¡zaz! Que me caigo. Me costó mucho volverme a levantar pero por fin lo logré. La cadera me dolía tanto que al llegar a casa le hablé a mi sobrino.

- Manuelito, perdona que te moleste, me acabo de caer y me duele mucho la cadera, ¿podrías venir a verme?

- Si claro tía, en este momento salgo para allá, no te preocupes.

- Doctor, ¿cómo la ve, podré llevármela al maratón del INAPAM para la próxima semana?

- Hay Manuelito ya ni la burla perdonas.

- No se preocupe doña Josefa, todo está muy bien, como dice su sobrino, no sólo podrá competir en la carrera sino que la ganará.

- Bueno mi doña, usted tranquila, tómese estas medicinas y nos vemos mañana, ¡eh!

- Lo acompaño doctor, y aprovecho para ir a la farmacia a comprarlas.

- Manuel, no quería decirle mi diagnóstico delante de su tía, pero yo la veo muy mal, no sólo es el hueso roto de la cadera, su corazón esta muy afectado y para la edad tan avanzada que tiene, no creo que dure más de una semana.

- En serio doctor, ¿no hay otra cosa que se pueda hacer?

- No Manuel, principalmente es su edad lo que nos afecta, pero vamos a ver como responde a las medicinas que le mande y nos vemos por acá mañana.

- ¿Eres tú Manuelito, quiero que me digas la verdad, que te dijo el doctor, estoy muy mal verdad?

- ¿Qué te preocupa tía, no ganar la carrera?

- Ya Manuel en serio, ¿que te dijo?

- ¿Que bien me conoces, verdad?, pues sí, la cosa es delicada, tu corazón no funciona bien.

- Tú lo sabes, ya esperaba este momento, de hecho ya tienes todo listo, ¿verdad?

- Si tía, todo esta listo, aunque tú esperabas esto y la vida es así, no quiero que te vayas, sé que suena egoísta, pero te quiero mucho.

- Lo sé Manuel, lo sé, no sabes como te agradezco todo lo que haz hecho por mi. En los últimos años me he sentido muy acompañada.

El resollo gordo se intensificó y me entró el nervio. ¿Qué pasará después de mi muerte, a dónde iremos a parar?, ¡Dios mío, apiádate de mi alma!

- ¡Tía, no te mueras!… ¡tía!, ¡tía!…

…Josefa no se preocupe, tranquila, relájese ya todo paso, confíe en mi.

- ¿Qué paso?, ¿Dónde estoy?, ¿Ya me morí?

- Si Josefa, ya todo terminó, seré su guía y protector, todo va a estar bien, tranquila.

- ¿Andrés, eres tú?, que alegría verte… ¡Hermana!, que bien te ves.., ¡Papá!, ¡Mamá!, ¡Poncho!, ¡Silvia querida!, ¡Queta!, estás radiante, ¡Silvino!, mi amor, ¡Lulú!, ¡don Ambrosiano!, ¡Sr. Cortes!, ¡Chachis querida!, ¡Manolo!, tanto que te extrañé, ¡Desiderio!…

- Doña Josefa, perdón que la interrumpa, pero ha habido un error, nos confundimos de Josefa…

-Doctor, doctor, mi tía respira, gracias Dios mío, mi tía está viva…

- Manuelito, ¿Dónde estoy?...

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