martes, 7 de septiembre de 2010

2da.parte Germán Dehesa




Quiero presentarles una segunda parte del anterior post sobre Germán Dehesa pero incluyendo a dos grandes personajes más: Jaime Sabines y Mauricio Achar (fundador de Librerías Gandhi).

Esto que viene a continuación fue tomado de la Columna Periodística “De Aquí Para Allá” escrita por Germán Dehesa:

Me encanta Mauricio

Era una de las últimas salidas de Jaime Sabines. Mi veleidosa memoria no conserva la ubicación exacta de la casa que cobijó esa comida de amigas y amigos del poeta. Lo que recuerdo claramente es que la pasamos muy bien, que Jaime estuvo alegre, exaltado y comunicativo y que todos, unos para otros, resultamos disfrutables. El momento estelar lo protagonizó mi amigo el Gordo Mauricio Achar que llegó al convivio con alguno de esos regalos inopinados de los que solía acompañarse (igual podía ser un paquete de cuetes para tronarlos en compañía de la población infantil, una cubeta de helado de Maracuyá, o las obras completas de Juan Ramón Jiménez que consiguió por 40 pesos), se dirigió alborozadamente a saludar a Jaime y no alcanzó ni a extenderle la mano (Mauricio tenía unas manos muy hermosas) cuando Sabines lo fulminó con una declaración inapelable: Mauricio, le dijo, tú no lo sabes, pero en “Me encanta Dios”, este fregado poema que acabo de escribir después de tantos años de sequía, tú fuiste la inspiración; cuando escribí aquello de “Dios es un viejo magnífico que no se toma en serio”, realmente lo que estaba haciendo era describir a Mauricio Achar. Vino entonces un atónito silencio. Todos volteábamos a ver al Gordiux tratando de descubrir su esencia divina. Y del Gordo para que les cuento. Toda la velada se la pasó asumiendo poses de deidad. Te excediste, Jaime, le dije al poeta, a ver ahora quién aguanta a Mauricio. Ni modo, dijo Sabines, le dije la pura verdad. Me consta que así fue y así será Mauricio: un viejo magnífico que no se toma en serio.

Ahora estamos en el escenario del teatrito que Mauricio y yo construimos en la Librería Gandhi. Él es Sabás Zorrilla, alcalde histórico y vitalicio de San Juan de las Pitas. Yo soy Teódulo Manrique, el sufridísimo secretario particular. Don Sabás me tiene que decir una línea muy simple: “Mira, Teódulo, como dijo Belisario Domínguez…” Salimos a escena, y el Gordis arrancó con mucha firmeza: mira, Teódulo, como dijo… ¿quién dijo? Y yo: pues no sé, Don Sabás. Como dijo… tú has de saber. Teódulo. Yo no puedo saber, Don Sabás. ¿No, verdad? ; mira, Teódulo, como dijo Macedonio Tachuelín. ¿Quieeén? Macedonio Tachuelín, ¿a poco no lo conoces, Teódulo? Claro que lo conozco, Don Sabás, es uno de los seudónimos menos conocidos de Don Belisario Domínguez. ¡Exacto, Teódulo!, mira, si no eres tan pendejo. Gracias Don Sabás. Estar en el escenario con Mauricio Achar era navegar en un océano de adrenalina y de puritito deleite. Era decirle: Don Sabás, en su buró le deje un cartapacio. Y el Gordo: ¡eres un imbécil, Teódulo!, esos animales son venenosísimos. ¿Cuáles, Don Sabás?, Los Cartapacios, la hembra sobre todo es terrible. Más de 30 años anduvimos en esos jelengues. Quiero creer que en algo ayudamos para que el PRI soltara ese poder que, yo espero, no recuperará.

Ahora veo a Mauricio caminando por el Zócalo. Tiene andares de pato dado su tonelaje y debido también a que tiene una pierna un poco más corta que la otra. Viene cargando una caja de cartón amarrada con un mecate. Hagan de cuenta un migrante a punto de internarse en Arizona. No es así. Lo que vamos a hacer es hablar con López Obrador para que nos conceda la gracia de vender libros en el Metro. Con cierta reticencia AMLO miró los libros que Achar extraía de su caja de cartón y decidió concedernos un espacio en algunos puntos del Metro. El experimento fue exitosísimo; tanto que de ahí nos extendimos y nos fuimos a la Central de Abastos.

Te recuerdo, te conservo, Mauricio. Ya eres también una sonrisa eternizada, una barba florida y una cabeza hermosa. Tú le cambiaste la cara a los libros en México y los hiciste sonrientes y accesibles. Me felicito por haberte acompañado. Son tantas las historias, las apuestas, los juegos, los recuerdos, las bromas, los modos de expresar tu calidad y tu generosa calidez.

“Dios siempre está de buen humor, por eso, Mauricio, eres el preferido de mis padres, el escogido de mis hijos, el más cercano de mis hermanos, la mujer más amada (Adriana), el perrito y la pulga, la piedra más antigua, el pétalo más tierno, el aroma más dulce, la noche insondable, el borboteo de luz, el manantial que soy. A mí me gusta, a mí me encanta Mauricio. Que Dios bendiga al Gordo. Amén”

No hay comentarios: