martes, 9 de diciembre de 2008

Concierto Decembrino


Hoy presencie un concierto decembrino sui géneris. En el estrado niñas y niños desde los cinco años tocando cellos y violines, Música de Navidad, de Haendel, de Hopkins y otros más. Su infantil interpretación la enmarcaba una solemnidad inusual en esa edad y las sonrisas estaban escondidas en las notas serias de los cellos.

Sólo una pequeña de cinco años, tocaba el cello con gracia y la música la acompañaba con tiernos movimientos infantiles, los demás seguían sin chistar las indicaciones musicales de su directora.

Fueron poco más de cuarenta minutos de agasajo musical, interrumpidos por aplausos, aplausos de manos ancianas, algunas de ellas deformes por el pasar de los años y de las angustias. Lo sui géneris del concierto fue esa combinación entre las interpretes de cinco años y los asistentes que promediaban los noventa.

La mayoría de los asistentes atentos al concierto, pero una ancianita en particular, gozaba enormemente del evento. Yo la miraba de reojo, y no paraba de sonreírles a los niños interpretes y aventarles besos con sus manos artríticas. Su mirada reflejaba su regocijo y alegría, su forma de vivir.

Esa es la combinación sui géneris, la natural expresión infantil que nos contagia a nuestro niño interno, y nuestro niño longevo que sigue sonriendo en nosotros. Pero, no todos lo conservan, algunos lo matan en el camino, son pocos los que a pesar de sus manos deformes y viejas, nos muestran sonrisas infantiles. Nos muestran su alegre corazón.

Esa ancianita es mi “alumna” consentida. No habla mucho, no llora su pasado, no presume discursos longevos, solo sonríe, solo te agradece tus cariños, solo te contagia de su alegría.

Al final, cuando me despedí de ella, le dije: Mi querida Elo, te voy a raptar, a lo que ella me contesto: Me encantaría… y tras el cristal de la puerta su rostro de perdió en la noche.

P.D. Voy a raptar su alegría, sus ojos longevos que cantan, sus manos frías ancianas que acarician tiernamente, sus besos que avienta con tanto amor y agradecimiento, voy a raptarla para hacerla mía y que cuando la ancianidad me encuentre en mi camino, poderle sonreír, como Elo lo hace.

sábado, 29 de noviembre de 2008

"La Sociedad de los Poetas Muertos"


Como me gustan las películas que nos hacen pensar. Que nos cuestionan e invitan a la reflexión. Estoy hablando de la extraordinaria película: “La Sociedad de los Poetas Muertos”, escrita por Tom Schulman y dirigida por Peter Weir.

Y claro no podía faltar la excelente actuación, que le otorgó el Oscar, a Robin Williams como el carismático profesor de literatura John Keating (“0h Capitán, mi Capitán”- Walt Whitman).

Dos polaridades se enfrentan en la lucha: Por un lado la sociedad y sus reglas “formativas y educativas”, representada por la Academia Walton de los Estados Unidos a finales de los cincuentas, que defiende enérgicamente sus postulados: “Tradición, Honor, Disciplina y Excelencia” y por el otro el maestro soñador que se sale de las reglas establecidas e invita a sus alumnos a pensar, a perseguir sus pasiones individuales, a luchar por sus ideales, a defender sus derechos y hacer de sus vidas algo extraordinario.

No se de cierto quién gano, porque las polaridades siempre permanecen victoriosas, cada una con sus terquedades y razones. La primera en las masas obedientes y sumisas que cumplen a cabalidad con la respuesta a su “IQ”. La otra, esos pocos, que pudieron escapar de la inercia social y decidieron buscar en lo individual los secretos de la conciencia jungiana del saber (“Carpe Diem – Aprovecha tu día”).

El Maestro Keating nos invita a romper con las páginas del absurdo, a deshacernos del excremento de la razón dirigida y nos reta a sentir para que así podamos contribuir con un verso a la vida. El subversivo busca la liberación de su propia voz y se enfrenta a su sombra, a sus miedos, a los demás, a sí mismo.

Los más, se aprovechan hasta de la muerte para aniquilar a sus oponentes, y “salir victoriosos” de la rigidez de su miedo. Por eso, no es fácil usar tu voz en el reclamo, pero la satisfacción es el resultado de la lucha.

Es una película que te toca tu interior y te lo zarandea. Si la balanza se inclinara a la búsqueda de tu individualidad y con ella encontraras tus riquezas, este mundo sería otro. Por eso, mi invitación, querido lector imaginario: busca tus respuestas en tu interior, lo demás son puros inventos del hombre.

sábado, 15 de noviembre de 2008

Ya viene otra vez Navidad


Recuerdo esas navidades, que con mis hermanos, esperábamos a Santa Claus, o al “niño dios” como lo llama mi madre. Esa espera llena de magia, llena de foquitos de colores, de árboles de navidad, de alegría.

Esa noche del veinticuatro era larga y el sueño no llegaba pronto por el nervio de la espera. No recuerdo si mis padres nos regañaban porque no nos dormíamos temprano, o yo lo quiero inventar, tal vez sea eso. Nos ponían unas regañadas porque en esa noche mi padre ya quería sacar los regalos de sus eficaces escondites y nosotros seguíamos en la danza de la emoción.

Pero como siempre, el cansancio era más fuerte que nuestra curiosidad y caíamos en el quinto sueño. Al día siguiente, muy temprano, los hermanos todos juntos, corríamos al árbol de navidad para descubrir que nos había traído Santa. No teníamos que buscar mucho, porque los regalos estaban a la vista. Bicicleta con sidecar para mí, tractor para mi hermano, muñecas para mis hermanas y otras cosas que no me acuerdo para mi hermano menor, por cierto el sexto de mis hermanos todavía no llegaba a la familia.

Esos recuerdos padrísimos asociaban las navidades con los niños y éstos con sus caritas felices por los regalos que recibían. Pero… navidad sin niños no es navidad. Me da la impresión que los niños de antes gozábamos más las cosas, porque por ejemplo no nos preocupábamos por los juguetes de marca o los de moda, como ahora. Los juguetes eran para jugarse en el patio. En cambio ahora Santa Claus trae regalos para jugarse en la computadora. El otro día fui a casa de unos sobrinos y sus hijos estaban jugando con esos juegos. El “juego infantil y juvenil” se trataba de un personaje que tenía que vengar la muerte de su madre para lo cual estaba dotado de un armamento que ya quisieran los mismos narcos. Tenía tanques, helicópteros, bazucas, granadas y el escenario era una ciudad como cualquiera de las de ahora. El sujeto mataba a cuanto “cristiano” se le atravesaba. Había una escena que este individuo entra a una cafetería. El hijo de mi sobrino empieza a matar a los policías que estaban ahí, y después asesina a TODOS los comensales del lugar. Y le pregunte: Pero, ¿Por qué matas a esas personas? Su contestación fue… el silencio.

¿Notan las diferencias? Antes nos pasábamos horas jugando en el patio o quizás hasta en la calle. Ahora los niños se pasan horas enfrente de una computadora o de un televisor, enajenando sus cerebros con esos jueguitos cibernéticos.

Pero volviendo al tema de las navidades, cuando muy temprano por la mañana del veinticinco, el juguete pedido aparecía junto al árbol, se nos iluminaban las caritas de asombro. Que necesario es que los niños vivan esos años mágicos. Pero no todos viven esa fantasía, algunos su realidad es recibir una pelota barata en la explanada de su delegación y otros quizás no reciban nada en esas fechas ni en ninguna otra.

Como una amiga que siendo huérfana, y vivía con su hermana mucho mayor que ella y con los hijos de ésta. Me cuenta que en esas épocas puso su zapatito para que le trajeran juguetes los Reyes Magos y al levantarse e ir corriendo a ver sus obsequios, en su zapato no había nada en cambio en los de sus sobrinos estaban llenos de juguetes.

Y después nos quejamos de que nuestros hijos son muy rebeldes, muy drogos y borrachos. “Sin más comentarios”.

Ahora las navidades las veo diferentes. La mercadotecnia y el consumismo hacen estragos en la conciencia de las personas. Por lo menos la última quincena del año, la gran ciudad se vuelve un caos. Si de por sí el trafico normalmente es un desastre, en esas fechas esta peor. Queremos comprar afecto y regalamos cosas materiales en sustitución de esa demostración de afecto que nunca expresamos a nuestros seres queridos.

En lugar de decir por ejemplo: te quiero mucho y me encanta tu forma de ser, regalamos un sartén con teflón. En lugar de expresar nuestro cariño con un tierno abrazo y un beso tronado, regalamos una bufanda de Liverpool.

¿Dónde queda nuestra creatividad e ingenio?, siempre hacemos lo mismo todos los años en esta época. Siempre comemos lo mismo: pavo, bacalao y romeritos. Ponemos el arbolito y siempre nos quejamos para volverlo a quitar.

Por qué no inventamos cosas nuevas. Regalar afectos en formas novedosas, y a la más ingeniosa demostración de cariño, podríamos otorgarle el primer lugar y darle un vale para que en Liverpool recoja un sartén con teflón. Hacer una navidad de disfraces. Vestirse de Santa Claus e ir a un asilo o albergue y regalar frazadas de cariño. Y no sé cuantas cosas más, que nos dejen una sensación de satisfacción y que podamos decir: que padre navidad pasamos.

Por eso hoy, los invito a que inventemos una nueva navidad o que simplemente reflexionemos sobre ser más auténticos, más nosotros.
Saludos navideños.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Elsa & Fred


¿Qué película nos invita a vivir un amor tardío?, en donde se realiza un sueño, que tarda sólo sesenta años. Tardío por decir que no se vivió en la juventud. ¿Pero qué es viejo para el corazón o qué es joven para el alma? Sitios que no tienen tiempo y que no importa que la piel este arrugada o que la genitalidad nos cause risa, en lugar de erotismo.

Que bello morir de amor, o mejor dicho, morir con amor. ¿Por qué la vejez tiene que vivirse por lo general con viudez? Viudez que nos obliga a la soledad. O también esa soledad que nos da la segunda soltería en donde en ambas, sólo nos queda recordar, o a la mujer ausente y rutinaria o al marido de nuestra juventud.

¿No será posible, en un segundo intento, con viudez o soltería, enmendar los errores del primer matrimonio y llevar a cabo una relación más plena y llenadora, más… mágica?

Yo no se si esto será factible en nuestra realidad, pero el la película de Elsa & Fred, sí. Se dice que es una historia de amor tardío. ¿Por qué? ¿Porque llego tarde?, ¿tarde para qué? El amor nunca llega tarde, el amor simplemente llega… o no llega nunca. Y si la vejez nos hace sabios, podremos gozar el momento, no importando que tan fugaz sea, con tal de que nos alcance para bailar en la Fontana de Trevi.

¿Qué diría Anita Ekberg y Marcello Mastroianni de ese amor tardío? ¿Que el de ellos fue más intenso y bello que el de Elsa & Fred? Me imagino que no. Cada uno tuvo sus encantos, cada uno fue producto de sus protagonistas que finalmente vivieron lo que se atrevieron a fabricar.

Y en los papeles protagónicos las actuaciones magistrales de China Zorrilla como Elsa y el español Manuel Alexandre como Fred. El papel de Elsa, mujer divorciada de 82 años, intensa, audaz, elegante, irreverente, senilmente femenina, alegre, vital, inteligente, tenaz. En el papel de Fred aparece un hombre viudo, poco más joven que ella, común, hipocondríaco, melancólico, un tanto aburrido, rutinario. Es el contraste de personalidades lo que hace que funcione tan bellamente la relación.

Tanto Fellini como Marcos Carnevale hicieron un poema de amor. Aunque el de Carnevale tuvo un reto mayor, en ausencia de juventud, dejar plasmado el mismo amor intenso, lográndolo extraordinariamente.

La película esta llena de momentos, y uno no puede dejar de reír, de enternecerse, de llorar, de asombrarse, de envidiarles su amor. Es un film principalmente para adultos mayores y menores. No es para niños actuales que creen que el amor sólo le pertenece a la juventud.

No se si este amor sea posible en nuestra realidad, pero en la realidad de Elsa & Fred si lo fue. ¡Compartámosla!

sábado, 18 de octubre de 2008

El Abuelo y Yo


No les ha pasado, mis queridos lectores imaginarios, que de repente ya no saben sobre qué escribir, y la “pluma” pareciera que se seca. Pero, siempre aparecen temas nuevos y este fue el caso de mi último post. Voy a hacer, entre otros temas, una nueva sección de comentarios de películas.

De siempre he sido muy cinéfilo, me encanta el cine y me gusta compartir e intercambiar opiniones acerca de tantas películas que valen la pena. Yo no sé ustedes, pero yo tengo la suerte de ser abuelo y es una experiencia extraordinaria. Por eso, el día de hoy les voy a comentar acerca de una película, que a mí me gusto mucho. Se llama Charlie and me (El Abuelo y yo) con las actuaciones de Tom Bosley, como Charlie el abuelo y Jordy Benattar como Casey la nieta que vive sola con su padre Jeffrey (James Gallanders).

Casey vive una situación especial, es hija única, porque su madre falleció en un accidente cuando ella tenía 4 años y su joven padre (viudo) no se ha vuelto a casar y se ha hecho triste y callado, lo único que lo mantiene ocupado es el trabajo. El padre no ha superado el trauma de la pérdida de su esposa y no sabe como tratar a su hija pre-adolescente de 11 años.

En cambio, su abuelo, que vive enfrente de su casa, es súper cariñoso con ella. Se ha convertido en su mejor amigo, en su cómplice, en su confidente y pasan gran parte de los días juntos. Una de las formas de romper la barrera generacional es siendo la pareja: abuelo(a)-nieto(a).

Un día, estando los dos por entrar al cine, al abuelo le da un infarto y tiene que ser trasladado al hospital. Casey tienen que enfrentar el problema sola, ya que su padre esta en un viaje de trabajo a China. En el hospital conoce al cardiólogo Robert Graham (Barclay Hope), que siendo un especialista en corazón, no sabe usar el suyo para relacionarse con los demás y menos con esa niña necesitada de respuestas.

Debido al infarto y a la gravedad del problema, la relación entre el abuelo y la nieta se hace más cercana y cariñosa. Pasan un sin fin de tiernas aventuras, hasta que…
(Si quieren saber lo que pasa, pues véanla)

En la película se ve claramente al padre: “Sr. teléfono” siempre ocupado en llamadas telefónicas de trabajo y no pone la atención debida ni a su hija, ni a su padre, pero en el fondo envidia la forma en que su papá trata a su hija.

En la vida los pequeños detalles son los que cuentan, y claro no podían faltar en la película, tiernos detalles que ambos se regalan. El abuelo tiene dos ídolos: Louis Armstrong´s y su corbata de moño y su adorable nieta.

Lo que sí, tengan pañuelos a la mano, por si las moscas. Y si no los necesitan, pues que insensibles o a lo mejor ni son abuelos. Hasta la próxima película.

domingo, 5 de octubre de 2008

Una Dama sin Pudor


Son esas películas que nos dejan algo más que el sabor de las palomitas. La actuación magistral de Marianne Faithfull como Maggie, la abuela que debe encontrar la forma de ganar dinero para el tratamiento que le va a salvar la vida a su nieto.

No hay límites, no hay pudor que detenga la voluntad de lograr lo que se propone. En contra de la familia, de los “amigos”, de la sociedad moralista que la vigila y enjuicia. En contra de ella misma y sus reclamos fantasmales. ¿Hasta dónde somos capaces de meternos a mundos desconocidos y “prohibidos”, por amor?

Y en ese laberinto, encontrar nuestras fortalezas escondidas. Adueñarnos y personalizar los espacios de “pecado”, con un toque familiar: un pequeño florero y un cuadro de casa que la acompañan en su nueva faena.

“Una Dama sin Pudor” es una película fuera de serie. Para cinéfilos de amplio criterio que se atreven a ir más allá de “lo permitido”, más allá del pudor. Ver como, poco a poco, Maggie se va convirtiendo en la extraordinaria “Irina Palm”, buscada por hombres solitarios que encuentran en “ella” algo especialmente íntimo.

Maggie, o más bien, Irina Palm, le da un sello personal a su toque mágico. Cambia el “pecado” por ternura, convierte lo “inmoral” en un viaje imaginario y erótico. Película que puede ser juzgada injustamente, sin encontrar la riqueza de Maggie, de la mujer, de la abuela amorosa que se atreve a ir más allá de ella misma.

Los que creen en el “pecado”, en la “moral”, en las costumbres y tradiciones cristianas, por favor, no la vean. Los demás, saboreen la magia y la ternura de Maggie.

martes, 23 de septiembre de 2008

Visita a Chicago


Chicago no sólo es una gran ciudad, con un acuario bellísimo, en donde, puedes descubrir seres que parecieran de otros planetas, caballitos de mar con aspecto entre helicóptero presidencial y planta. Tiernas belugas, manta rayas volando como aves en una ordenada danza marina de multitud de especies. Arrecifes con un mundo de diminutas partículas que se mueven descubriendo la vida.

Una riqueza de colores y formas que ayudan a agradecer a la vida sus bondades. Ir al acuario, es como visitar el Templo de la Naturaleza y sentirnos parte de ella. Que poco imaginativo son los templos, donde recuerdo que desde chiquito nos decían que ahí habitaba dios. Pero en cambio, que bello es ver y disfrutar su creación a través de una infinidad de peceras. Bien es cierto, el agua es vida.

Chicago no sólo es una gran ciudad con un precioso acuario, es un downtown con una impresionante arquitectura, son tiendas de autoservicio hasta en el pago, son autopistas sin baches y tarjetas de prepago que agilizan el tráfico, son edificios de alturas espectaculares que dan vértigo, es un lago que parece mar de olas que el viento inventa, es una naturaleza amiga y bella, llena de ardillas y venados “que no veo”. Son barrios, algunos latinos con negocios y calendarios mexicanos que borran nostalgias.

Chicago es más que eso. Chicago es: el “amigo”, el “me lele”, el “no veo”, el “cach” (caballo), los “patochs”, la “noquela”, las pisaditas de bailarina, las chiripiolcas escénicas cuando no se entiende el “obvio” lenguaje infantil, las risotadas tiernas y locas.

Chicago es también la pasión por el fut, las narraciones deportivas a distancia, el talento femenino en la competencia machista del deporte. Es también el Guicho osado, paternal, amoroso y responsable. Con un inglés atropellado pero entendible.
Son los viajes a los pueblos olvidados por la cercanía, donde se descubren los viejos amores.

Eso es Chicago; hogar, familia, amor, ternura infantil.

Gracias a mis amigos por abrirme sus corazones e invitarme a su intimidad.

Su amigo de siempre: “El amigo Micky”