Integremos nuestra tríada (cuerpo – mente – espíritu) para encontrar y descifrar el código humano que nos sirve para llevar a cabo los propósitos de nuestra vida.
En los animales, dicho código genético, está perfectamente definido por lo cual nunca verán un gato visitar a un psicólogo para contarle que se siente jirafa. No sé si Garfield alguna vez lo hizo.
Los animales desde que nacen, saben que tienen que hacer. El becerrito, por ejemplo, se para con muchos trabajos en cuatro patas y busca automáticamente la teta que le dará de comer. Crecerá aprendiendo de sus papás hasta volverse un adulto pleno.
Pero qué pasa con nosotros los humanos que no tenemos claro, ¿quiénes somos?, ¿a qué venimos? y ¿hacia dónde vamos?
Para ello es vital integrar los tres elementos con los que contamos.
Un CUERPO perfecto, sano y bello que nos hace movernos por la vida. (Claro que alguno de los lectores imaginarios volteará a verse y dirá: no creo que mi cuerpo sea del todo perfecto, sano y bello) Una MENTE que dirige la búsqueda hacia el conocimiento de nosotros mismos y un ESPÍRITU que nos hace concebir nuestra naturaleza.
¿Y saben qué hacemos con estos tres elementos?
Al cuerpo lo maltratamos; fumando, comiendo alimentos que nos indigestan, no durmiendo las horas necesarias, estresándolo en demasía, no haciendo ejercicio necesario, no queriéndolo y cuidándolo como se merece.
La mente sólo la usamos en un 1% de su potencial por lo que no nos damos cuenta del poder que tiene. Al no utilizarla como es debido, nos dejamos llevar por el fanatismo, la ignorancia, la apatía, la intolerancia, etc.
Y al espíritu no lo buscamos a donde debemos buscarlo: en nuestro interior. Y recorremos iglesias, sinagogas y templos en busca de lo que nos dijeron era nuestra “salvación”.
Integrando nuestro cuerpo, mente y espíritu podremos descifrar nuestro código humano, para lograr ganar este juego, que se llama vida.
En los animales, dicho código genético, está perfectamente definido por lo cual nunca verán un gato visitar a un psicólogo para contarle que se siente jirafa. No sé si Garfield alguna vez lo hizo.
Los animales desde que nacen, saben que tienen que hacer. El becerrito, por ejemplo, se para con muchos trabajos en cuatro patas y busca automáticamente la teta que le dará de comer. Crecerá aprendiendo de sus papás hasta volverse un adulto pleno.
Pero qué pasa con nosotros los humanos que no tenemos claro, ¿quiénes somos?, ¿a qué venimos? y ¿hacia dónde vamos?
Para ello es vital integrar los tres elementos con los que contamos.
Un CUERPO perfecto, sano y bello que nos hace movernos por la vida. (Claro que alguno de los lectores imaginarios volteará a verse y dirá: no creo que mi cuerpo sea del todo perfecto, sano y bello) Una MENTE que dirige la búsqueda hacia el conocimiento de nosotros mismos y un ESPÍRITU que nos hace concebir nuestra naturaleza.
¿Y saben qué hacemos con estos tres elementos?
Al cuerpo lo maltratamos; fumando, comiendo alimentos que nos indigestan, no durmiendo las horas necesarias, estresándolo en demasía, no haciendo ejercicio necesario, no queriéndolo y cuidándolo como se merece.
La mente sólo la usamos en un 1% de su potencial por lo que no nos damos cuenta del poder que tiene. Al no utilizarla como es debido, nos dejamos llevar por el fanatismo, la ignorancia, la apatía, la intolerancia, etc.
Y al espíritu no lo buscamos a donde debemos buscarlo: en nuestro interior. Y recorremos iglesias, sinagogas y templos en busca de lo que nos dijeron era nuestra “salvación”.
Integrando nuestro cuerpo, mente y espíritu podremos descifrar nuestro código humano, para lograr ganar este juego, que se llama vida.
2 comentarios:
Interesantes palabras, Matus. Parece tan sencilla, esta triada, pero qué difícil es integrar los elementos de ella diariamente. Creo que esa integración es el objetivo de las prácticas holisticas de la meditación de varias tradiciones: vivir en el momento presente, y así honrar el cuerpo, la mente, y el espíritu.
¿Qué nos puedes decir de este tema en cuanto a tus estudiantes viejos? (O debo decir, las viejitas que te llevan a comer, de vacaciones . . . :-) Porque creo que la cosa se pone más interesante con cada etapa de la vida.
Efectivamente mi querida Gringa Vieja, lo más dificil es vivir integrado.Yo no tengo estudiantes viejos, ni viejitas, mis alumnas están en la flor de la juventud, esa juventud del alma. Ciao.
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