El momento que estamos viviendo los mexicanos es histórico. Un país lleno de contrastes, lleno de fragmentadas versiones que imposibilitan una visión del “Nosotros”. Cada quién toma muy en serio sus bandos y son capaces hasta de perder la vida por defenderlos. Contamos con miles de opiniones, tantas, como tantos habitantes hay. No alcanzamos a ver que los individuos formamos, o podemos formar entes diferentes a nosotros mismos. Un ejemplo lo podemos ver cuando se forma una pareja: YO + TU = NOSOTROS y entonces podemos decir que uno mas uno no son dos, sino tres. Y ese resultado del Nosotros empieza a tener vida propia independientemente a los dos que la formaron. Es como ver en el caso de los divorcios que siempre buscamos un culpable, siendo que el elemento NOSOTROS puede ser la razón de la separación.
Lo mismo sucede con los países: Un ciudadano + otro ciudadano + mas otro, (o sea todos), formamos un país llamado México. Este elemento que le llamamos México, es el elemento Nosotros. ¿Han oído hablar del inconsciente colectivo de Jung? Querámoslo o no, cada uno de nosotros llevamos dentro a todos los seres humanos; los que ya no están, los que todavía vivimos y los que aún no han llegado, a todos. Y ese inconsciente colectivo nos rompe el esquema tan mezquino del individualismo. No quiero decir con esto, que hay que tirar a la basura nuestro “ego”, solo hay que darnos cuenta de que todos somos uno. Lo que me afecta a mi, le afecta a los demás y viceversa.
Cada quién jala por su lado; los empresarios (muchos de ellos) ven la manera de pagar menos impuestos, no dan reparto de utilidades a sus trabajadores porque lo disfrazan en gastos. Los políticos (casi todos) son corruptos y sólo buscan poder y riqueza, utilizando a los ciudadanos para sus fines. Las religiones (muchos de sus líderes) atemorizan a sus feligreses con dioses justicieros, los ciudadanos (muchos) se refugian en la ignorancia y apatía, la delincuencia organizada (y también la desorganizada), los “malosos” les vale madres todo.
Difícilmente si cada grupo jala solamente para sus intereses podremos llegar a formar un país unido. Nos falta sentido común para buscar soluciones: Los políticos sólo ven intereses partidistas, sexenales y personales, están muy alejados del mundo ciudadano. Los ciudadanos no nos involucramos suficientemente en los problemas cotidianos. Los empresarios (o mejor dicho: los dueños de empresas) no se dan cuenta que con su avaricia ellos mismos se aniquilarán tarde o temprano. Nos necesitamos todos, cada quién con lo que sabemos hacer. Unos son buenos para hacer negocios y abrir fuentes de trabajo, otros son hábiles para la política y el buen gobierno, otros crean arquitecturas, otros salvan vidas, unos más enseñan en las escuelas. Juntos somos capaces de crear el Nosotros llamado México.
Algo pude ver ayer en la Caravana Bicentenaria. Un Danzón que me llevó al “California” de mis recuerdos. Unos alebrijes y juguetes gigantes que me hablan de la creación artesanal mexicana y como de niño goce con mi trompo, mi balero, mi carrito, la magia infantil de mis sueños. Los alegres y vivos colores de vestidos, trajineras, sonrisas, máscaras, tradiciones milenarias, historias reales e inventadas de héroes antiguos. También había cientos de flores que con sus atrevidos colores saludaban a la concurrencia. No podía faltar la catrina, la elegante muerte que me encontré una mañana en el Café Tacuba. La grandeza de Quetzalcoatl y nuestros hermanos mexicas danzando a la vida, los de antes, nuestras raíces que engrandecieron una mitad de nuestra historia, la otra, invasión española que nos dio el mestizaje que hoy respiramos.
Yo no soy panista, ni político, ni empresario, ni “maloso” simplemente soy un ser humano conciente de que me toco vivir en un gran país llamado México.
Es cuanto.
Lo mismo sucede con los países: Un ciudadano + otro ciudadano + mas otro, (o sea todos), formamos un país llamado México. Este elemento que le llamamos México, es el elemento Nosotros. ¿Han oído hablar del inconsciente colectivo de Jung? Querámoslo o no, cada uno de nosotros llevamos dentro a todos los seres humanos; los que ya no están, los que todavía vivimos y los que aún no han llegado, a todos. Y ese inconsciente colectivo nos rompe el esquema tan mezquino del individualismo. No quiero decir con esto, que hay que tirar a la basura nuestro “ego”, solo hay que darnos cuenta de que todos somos uno. Lo que me afecta a mi, le afecta a los demás y viceversa.
Cada quién jala por su lado; los empresarios (muchos de ellos) ven la manera de pagar menos impuestos, no dan reparto de utilidades a sus trabajadores porque lo disfrazan en gastos. Los políticos (casi todos) son corruptos y sólo buscan poder y riqueza, utilizando a los ciudadanos para sus fines. Las religiones (muchos de sus líderes) atemorizan a sus feligreses con dioses justicieros, los ciudadanos (muchos) se refugian en la ignorancia y apatía, la delincuencia organizada (y también la desorganizada), los “malosos” les vale madres todo.
Difícilmente si cada grupo jala solamente para sus intereses podremos llegar a formar un país unido. Nos falta sentido común para buscar soluciones: Los políticos sólo ven intereses partidistas, sexenales y personales, están muy alejados del mundo ciudadano. Los ciudadanos no nos involucramos suficientemente en los problemas cotidianos. Los empresarios (o mejor dicho: los dueños de empresas) no se dan cuenta que con su avaricia ellos mismos se aniquilarán tarde o temprano. Nos necesitamos todos, cada quién con lo que sabemos hacer. Unos son buenos para hacer negocios y abrir fuentes de trabajo, otros son hábiles para la política y el buen gobierno, otros crean arquitecturas, otros salvan vidas, unos más enseñan en las escuelas. Juntos somos capaces de crear el Nosotros llamado México.
Algo pude ver ayer en la Caravana Bicentenaria. Un Danzón que me llevó al “California” de mis recuerdos. Unos alebrijes y juguetes gigantes que me hablan de la creación artesanal mexicana y como de niño goce con mi trompo, mi balero, mi carrito, la magia infantil de mis sueños. Los alegres y vivos colores de vestidos, trajineras, sonrisas, máscaras, tradiciones milenarias, historias reales e inventadas de héroes antiguos. También había cientos de flores que con sus atrevidos colores saludaban a la concurrencia. No podía faltar la catrina, la elegante muerte que me encontré una mañana en el Café Tacuba. La grandeza de Quetzalcoatl y nuestros hermanos mexicas danzando a la vida, los de antes, nuestras raíces que engrandecieron una mitad de nuestra historia, la otra, invasión española que nos dio el mestizaje que hoy respiramos.
Yo no soy panista, ni político, ni empresario, ni “maloso” simplemente soy un ser humano conciente de que me toco vivir en un gran país llamado México.
Es cuanto.