miércoles, 30 de junio de 2010

Película Claroscuro


Acabo de ver por segunda o tercera vez una película…, no encuentro las palabras que la puedan describir o por lo menos introducirme al contenido de la emoción que me deja siempre esta película.

Empezaré con el titulo, que de entrada en inglés “Shine” quiere decir brillar, y en español “Claroscuro” significa contraste de luces y sombras. Me quedo más a la sensación que me deja, con el título en español.

Dos temas se juntan y producen un resultado en donde la emoción queda atrapada en la locura. La influencia de un padre exageradamente castrante que la guerra le ha quitado violentamente a su familia de origen, y ahora con la suya que no quiere perder, la aprisiona tanto, que termina en la soledad de su neurosis. La música es su fuga y con ella atrapa a sus hijos, especialmente al primogénito y único hijo varón: David.

Esta parte de la influencia paterna podría ser la sombra y la otra, la luz, será la genialidad y el talento de David. Al juntarse ambas se produce esa locura que deja aniquilada a la razón convirtiéndola en notas, en compases, en música, terminando con el concierto para piano en re menor Op. 30 No.3 de Rachmaninov.

Es una historia real que le paso al músico prodigio: David Helfgott , magistralmente interpretado por Geoffrey Rush ganador por ello de un Oscar al mejor actor en 1996.

En su juventud, David se puede independizar del dominio despótico de su padre y se va a Londres para proseguir libre y profesionalmente sus estudios musicales, aunque la sombra de culpa por su atrevimiento, lo perseguirá toda su vida, desapareciendo sólo, hasta la muerte de su padre.

Vive con y en la música, lo demás, no existe. Sólo el amor y la comprensión de una mujer (Lynn Redgrave) logran reintegrarlo a la sociedad para compartir su don con el mundo.

Como ustedes verán, la música de la película es extraordinaria, llena de fuerza y dominio y podríamos decir que también Rachmaninov fue, como normalmente se da con los genios, un creativo intenso. No se la pierdan y para los que tengan hijos genios, no traten de realizar sus sueños frustrados en ellos.

Bon Appetit cinéfilo

miércoles, 23 de junio de 2010

Cuento corto: "El viaje inesperado de Doña Josefa"


Ya me pesaba salir a la calle, resollaba gordo constantemente y la “bola” no me dejaba ser la que fui antes. Un miércoles, como cualquier otro de las anteriores semanas, salí por las tortillas… y al cruzar la calle, ¡zaz! Que me caigo. Me costó mucho volverme a levantar pero por fin lo logré. La cadera me dolía tanto que al llegar a casa le hablé a mi sobrino.

- Manuelito, perdona que te moleste, me acabo de caer y me duele mucho la cadera, ¿podrías venir a verme?

- Si claro tía, en este momento salgo para allá, no te preocupes.

- Doctor, ¿cómo la ve, podré llevármela al maratón del INAPAM para la próxima semana?

- Hay Manuelito ya ni la burla perdonas.

- No se preocupe doña Josefa, todo está muy bien, como dice su sobrino, no sólo podrá competir en la carrera sino que la ganará.

- Bueno mi doña, usted tranquila, tómese estas medicinas y nos vemos mañana, ¡eh!

- Lo acompaño doctor, y aprovecho para ir a la farmacia a comprarlas.

- Manuel, no quería decirle mi diagnóstico delante de su tía, pero yo la veo muy mal, no sólo es el hueso roto de la cadera, su corazón esta muy afectado y para la edad tan avanzada que tiene, no creo que dure más de una semana.

- En serio doctor, ¿no hay otra cosa que se pueda hacer?

- No Manuel, principalmente es su edad lo que nos afecta, pero vamos a ver como responde a las medicinas que le mande y nos vemos por acá mañana.

- ¿Eres tú Manuelito, quiero que me digas la verdad, que te dijo el doctor, estoy muy mal verdad?

- ¿Qué te preocupa tía, no ganar la carrera?

- Ya Manuel en serio, ¿que te dijo?

- ¿Que bien me conoces, verdad?, pues sí, la cosa es delicada, tu corazón no funciona bien.

- Tú lo sabes, ya esperaba este momento, de hecho ya tienes todo listo, ¿verdad?

- Si tía, todo esta listo, aunque tú esperabas esto y la vida es así, no quiero que te vayas, sé que suena egoísta, pero te quiero mucho.

- Lo sé Manuel, lo sé, no sabes como te agradezco todo lo que haz hecho por mi. En los últimos años me he sentido muy acompañada.

El resollo gordo se intensificó y me entró el nervio. ¿Qué pasará después de mi muerte, a dónde iremos a parar?, ¡Dios mío, apiádate de mi alma!

- ¡Tía, no te mueras!… ¡tía!, ¡tía!…

…Josefa no se preocupe, tranquila, relájese ya todo paso, confíe en mi.

- ¿Qué paso?, ¿Dónde estoy?, ¿Ya me morí?

- Si Josefa, ya todo terminó, seré su guía y protector, todo va a estar bien, tranquila.

- ¿Andrés, eres tú?, que alegría verte… ¡Hermana!, que bien te ves.., ¡Papá!, ¡Mamá!, ¡Poncho!, ¡Silvia querida!, ¡Queta!, estás radiante, ¡Silvino!, mi amor, ¡Lulú!, ¡don Ambrosiano!, ¡Sr. Cortes!, ¡Chachis querida!, ¡Manolo!, tanto que te extrañé, ¡Desiderio!…

- Doña Josefa, perdón que la interrumpa, pero ha habido un error, nos confundimos de Josefa…

-Doctor, doctor, mi tía respira, gracias Dios mío, mi tía está viva…

- Manuelito, ¿Dónde estoy?...

viernes, 11 de junio de 2010

México a punto de perder por 10 cms.


A mí acostumbrado perfil blogero, ahora le hago un giro de 180º y les platico, no precisamente de Fútbol (que no se mucho, digo casi nada), sino del resultado del partido: México contra Sudáfrica.

Cuáles eran los pronósticos más escuchados acerca del resultado: México va a ganar 3 – 0, ganará 2 – 1, es más, la opinión especializada decía que México era el favorito y tenía muchas posibilidades de ganar. En resumen, la mayoría dijo que México ganaría.

Y cual fue el resultado, no sólo los números dijeron que fue un empate a uno, sino que México estuvo a punto de perder por escasos 10 cms. Recordarán, una rápida descolgada de los sudafricanos casi a punto de terminar el partido, si no mal recuerdo fue Katlego Mphela contra dos defensas y ¡zas!, la pelota pegó en el poste de la portería.

Imagínense si “hubiera” entrado el gol. Muchos mexicanos se hubieran cortado las venas, o mínimo tirarían el Ángel de la Independencia. Precisamente de eso quiero escribir, de la “Pasión desbordada” de los mexicanos, y del término “hubiera” tal utilizado en estos casos.

Que curioso, como con el Fútbol, se rebasa la pasión de los mexicanos por lograr un sueño efímero, como cantaba Chava Flores en su inolvidable: “A qué le tiras cuando sueñas mexicano”. No quiere decir que los mexicanos no podamos ganar, sino que muchas veces no sabemos como hacerlo. Creemos que sólo con “fe”, o con “magia”, se logran buenos resultados. No señores, ¡hay que trabajar!

Pero, ¿ganar qué?, ¿qué gana cada mexicano con un triunfo futbolero? ¿Qué acaso le toca un porcentaje de las ganancias del comité organizador, le van a condonar impuestos, le van a dar pases para ir a ver a Paquita la del Barrio? Chance ganan una lana los que apostaron. Ganamos el “orgullo de pertenecer” a los triunfadores, porque en nuestro subconsciente somos un pueblo perdedor, (perdimos contra los conquistadores españoles y de ahí nació una nueva raza acomplejada. Hemos perdido a lo largo de nuestra historia contra la superioridad de los gringos que nos arrebataron territorio, petróleo, y muchas cosas más). Claro que aquí la palabra pertenencia tiene un significado profundo. Nos cobija de la orfandad y la ignorancia, y como el avestruz, metemos la cabeza en el hoyo para no ver nuestra realidad y responsabilidad.

Como mexicanos no hemos hecho nada por terminar con las muertes de mujeres en Juárez, no protestamos masivamente por los resultados de impunidad, que desde hace un año, no se ha hecho justicia con lo del incendio en la guardería ABC, también el caso de la niña Paulette es patético y kafkiano, lo del padre Maciel es…demoníaco, aunque Benedicto XVI pida perdón, y así podría seguirme con muchos asuntos que el gobierno actual y los mexicanos no hemos podido resolver.

Entonces, ¿Qué onda? Creo que sólo somos buenos para el “desmadre”, pues ¡Arriba el fútbol! , ¡Arriba México!, ¡Cachún, cachún, ra ra!...¡Bafana Bafana, préstame a tu hermana!

Por otro lado los términos “ganar” y “perder” tienen una connotación muy subjetiva. Cuando se gana, decimos: “Ganamos” y cuando se pierde, decimos: “Perdieron”. Siempre buscamos culpables cuando algo no sale bien… Pinche Aguirre hubiera metido desde el primer tiempo a Cuauhtémoc Blanco y hubiéramos ganado. Si Blanco hubiera sido Negro, pues se confunde con los negritos y les hubiéramos metido más goles, chale…

Por hoy es todo, y ha seguir viendo el mundial.

viernes, 4 de junio de 2010

Cuento Corto:"La espuria de la teta fría"



Era un viernes, creo el último de mes, la verdad sólo lo sé de oídas, porque como apenas tengo dos meses y medio de edad, esas cosas todavía no las manejo muy bien. Mi mamá me puso en mi sillita del coche y salimos rumbo a la casa de mi abuelo Micky para que nos acompañara a varios lugares, entre ellos, a la visita de una escuelita, la verdad no lo sé, sólo los oí platicando a mis papás ayer por la noche de eso.

Salió mi abuelo y me saludo muy cariñoso mientras mi mamá pasaba a saludar a mi “Bisa”. Hacía mucho calor y me sentía un poco incómodo con la ropa que traía. Llegamos al primer lugar y el abuelo se quedo conmigo en el estacionamiento. Seguía sintiendo mucho calor. Después pasamos al consultorio de mi pediatra para recoger una receta y mientras estábamos estacionados empecé a llorar porque el sol me pegaba de frente. Mi abuelo lo notó y me puso una frazadita para evitar la molestia, pero no fue suficiente. El coche que estaba adelante se fue y mi abuelo entonces pudo ponerse en la sombra, ¡que fresco!, deje de llorar. A eso yo lo llamo “Empatía” y sensibilidad, gracias abuelo.

Pasamos al lugar que nos faltaba y sonó el teléfono, era papá, le dijo a mi abuelo que lo recogiera en su trabajo. Cuando llegamos, mi mami me cambio de ropa, ¡que alivio, ya era hora!, me puso algo más ligero y me sentí ya mucho mejor. Los cuatro nos dirigimos al lugar ese que les dije, la escue…, escue-lita, creo. Menos mal que dijo escuelita, si hubiera dicho guardería, me las hubiera olido, y hubiera empezado a llorar. ¡Listo mi papi!

Llegamos, nos recibió una señora muy amable y nos invitó a conocer el lugar. Lo primero que vimos fue un salón con muchos niños de mi edad, le eche el ojo a una bebé muy bonita como de dos meses que estaba dormidita en su silla. Otro me pareció chistoso, estaba sentado frente a un espejo, ¡que tonto!, creía que lo que miraba era a otro niño, pero ¡oh sorpresa! poco a poco se dio cuenta que era él mismo. En total eran como siete u ocho compañeritos y las nanas cálidamente me dieron la bienvenida. ¡Hola Sebastián!

Sé que ustedes se preguntarán como un bebé tan chiquito se expresa como si fuera mayor, pero esto es un truco de imaginación, el cuentista lo hace como si fuera yo. Y otra cosa, es un secreto, no se lo vayan a contar a nadie, pero el cuentista es mi abuelo Micky.

Mis papás pasaron a la oficina de la señora y se pusieron a platicar de cosas de negocios mientras mi abuelo y yo charlábamos y reíamos despreocupadamente. Él estaba fascinado porque era la primera vez que me veía reír. Al rato me empezó a dar hambre y mi mami me dio pecho. Antes de terminar me entró un sueñito y me quede dormido.

Al rato, ya nos estábamos despidiendo de la señora y lo único que escuche fue que nos veríamos el próximo lunes. Mi papi me preguntaba que si me gustaba mi nueva escuelita, más bien mi primera escuelita y yo la verdad no le conteste porque no entendía a que se refería. A poco no es padre aparentar que a veces uno si entiende y otras no, ¡quesque estoy muy chiquito!, gracias cuentista, es un buen punto.

Para no hacerles el cuento largo, acuérdense que es un cuento corto, paso el fin de semana y nuevamente, como suele acontecer, llego el lunes. Ahora si no es cuento, no sabía lo que me esperaba. Iba a vivir mi primer abandono. ¡Noo! ¡El primer abandono de mi vida y apenas tengo dos meses! Que injusta es la vida, mi terapeuta me lo trabajaría años más tarde y para ese entonces a mi ya se me habrá olvidado.

Note a mi madre, intranquila, preocupada, ella no lo sabe, ¡y no se lo vayan a contar!, la cache con lágrimas en los ojos, pero ella se hacía la fuerte conmigo. Ahora si de verdad, no sabía lo que estaba ocurriendo. Sentía como un hormigueo en el estomago y mi garganta se me cerraba. Llegó el momento de la despedida, mi mamá terminó de hablar con la señora amable, y me dio un beso. Fue el beso más cariñoso y hermoso que he sentido en mi vida, pero, ese beso fue el beso de “Judas”. Claro que yo no sabía lo que pasaría horas más tarde, porque nunca me había pasado. Nunca mi madre se había “despedido” de mi, ¡nunca!, les juro, nunca me había separado de ella.

Pero, paso el tiempo, no sé cuanto, y como siempre lloré para pedirle a mi mami nuevamente mi alimento, y ¡Oh Sorpresa!, me tomo en sus brazos otra mujer, otra mamá, una intrusa, una espuria. Se hacía pasar por mi mami, pero no era ella, lo raro fue que el líquido que empecé a chupar era igualito a lo que mi mami siempre me daba, y otra cosa, el pezón que sentí estaba frío y aguado. Lloré, lloré con tanto sentimiento que mis suspiros no me dejaban comer. Yo quería a mi mami, y no iba a tolerar que me engañaran. Pero la usurpadora fue paciente y me gano la partida, cedí y empecé con intervalos a comer y a suspirar, a comer y a suspirar, hasta que me quede dormido junto a una camiseta que contenía el olor de mi verdadera madre, eso también me tranquilizo.

Y así transcurrió mi día, comía y lloraba, lloraba y comía, hasta que finalmente mi sensatez le gano a mi coraje. Me “puse en los zapatos” de mi mami y de mi papi, sabía que ellos estaban sufriendo mucho, que no era yo el único y le empecé a tomar cariño a la extraña del pezón frío.

Por la tarde noche de aquel largo día, por fin llegaron mis papás. Yo no quería ni verlos porque todavía mi enojo me ganaba, ¡si!, estaba enojado, me había sentido engañado y abandonado, pero el nuevamente sentir su calor, su ternura, el oír sus voces, el verlos llorar de gusto porque los tres estábamos nuevamente juntos me hizo olvidarlo todo.

Mañana es posible que vuelva a vivir la pesadilla de hoy, pero cada día que pase, me acostumbraré a que algunos días podré comer del pezón cálido de mi madre y otros solamente, a chupar el pezón aguado y frío de una espuria.

Sebastián, G.V.