El cambio de horario se lleva a cabo dos
veces al año (en primavera y otoño) y su objetivo es el “ahorro energético” aprovechando más la luz diurna.
Se empezó a adoptar desde la Primera Guerra Mundial en Alemania en 1916 y se abandonó a finales de la Segunda.
Es importante tomar en cuenta que el cambio de horario repercute en nuestro ciclo orgánico. En el cerebro existen unos marcadores de tiempo, “tempostatos” que regulan la velocidad de los procesos metabólicos y determinan el ritmo del tiempo subjetivo. Todo esto pone de manifiesto la existencia de un “reloj interno”, de un ritmo biológico que ha dado origen a una ciencia llamada Cronobiología (Halberg).
Con todo esto nos surge una pregunta: ¿Es diversa la duración del tiempo fisiológico comparada con el reloj físico? La conclusión es que “el tiempo físico no coincide con el sistema de las sensaciones temporales” (Ernst Mach).
Una diferencia entre ambos relojes, es que el reloj de bolsillo marca siempre el “presente” y el tiempo psicológico puede marcar un futuro subjetivo. Un ejemplo es cuando nuestro corazón late más rápidamente cuando el reloj interno nos avisa que se acerca un importante momento. Vivimos en el futuro.
Nuestro reloj interno marca las horas largas o cortas en función de dos parámetros personales: a) estado de ánimo; b) circunstancia inmediata a nuestra situación vital.
Con esto pueden ver, por que algunas personas son afectadas por este cambio. Es más sabia la naturaleza que todos los países del primer mundo juntos.
1 comentario:
Eso explica por qué yo sigo tan dormido.
O tal vez no, tal vez la realidad sea que mi pasado subjetivo de no dormir afecte mi presente y mi futuro próximo.
Maldita escuela.
¬_¬
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