sábado, 15 de octubre de 2011

MI OTRO YO - EL CASTOR



Es curioso como puede motivarnos una película, o mejor dicho como una película puede hacernos reflexionar sobre ciertos aspectos de la vida. El séptimo arte, como suele llamarse, y los seis artes restantes (Música, teatro, pintura, arquitectura, literatura y escultura), nos ayudan a acercarnos a nuestra sensibilidad, a nuestra percepción del valor de las obras de arte y su disfrute.

¿Qué haríamos los seres humanos sin el arte? Moriríamos sin remedio en la locura de la nada. El arte es una forma de comunicación, es la quintaesencia de la expresión humana. Un hombre que no se expresa es un silencio que llora. Expresar los sentimientos es entender la naturaleza del corazón. No sólo caminamos ayudados por la mente, los sentimientos nos ayudan a traducir el lenguaje de la poesía, para darle un toque de belleza.

Hay un camino que nos hace transitar en el sentido de nuestra existencia y es el camino de nuestra evolución. El proceso de cambio que nos abre las posibilidades infinitas de vivir en sintonía con el Universo. Conectarnos en la misma frecuencia de vibración para que se de la resonancia con el mundo. No podemos deambular desconectados, seríamos tristes zombies inertes. Necesitamos sentir que la vida nos coloca en el escenario de la pasión, de la creación, de la evolución misma.

Hablar de vibración es hablar de conexión y la película de Jodie Foster, titulada al español: “Mi otro Yo” con el nombre original del “Castor” me movió mi punto de creación y emoción. Empezaré transcribiendo una nota explicatoria para que todo “mortal” trate de entender el por qué de la presencia de la marioneta:

HOLA
ESTA PERSONA ESTA POR
PRESCRIPCIÓN MÉDICA BAJO
LOS CUIDADOS DE UNA
MARIONETA. POR FAVOR,
TRÁTELO COMO HARÍA
NORMALMENTE, PERO
DIRIJASE A LA MARIONETA.

Water Black (Mel Gibson), está sumido en una profunda depresión. Su vida se viene abajo y ni su mujer (Jodie Foster) ni sus hijos saben cómo ayudarle. Un día, ya el límite de la desesperación, encuentra una marioneta con forma de castor en un cubo de basura. A partir de ese momento la vida de Walter da un giro radical…

Tal vez mucha gente que la vio no capte el sentido de la marioneta o se le haga ridícula e infantil la forma en que Water tenía que comunicarse con los demás, a través de ella. Pero…observen que el Castor significa su otro yo, porque el que tenía se le murió. Todos los seres humanos tenemos dos yos. Uno es el que vamos formando a través de nuestra vida llamado Ego, quién se podría decir que no es nuestro realmente, que suele morir cuando no le damos chance al otro Yo de aparecer. El otro y más importante es nuestra alma, lo que realmente somos.

Solemos los mortales criticar y hasta encerrar en instituciones psiquiátricas a los que se atreven a expresarse y vivir a través de su otro yo (El alma). Claro, crecimos desarrollando un yo (Ego) completamente contrario al otro, por eso los tachamos de locos. Observen las cualidades que tenía el Castor: Era amoroso con su familia, productivo en su empresa, permitía sacar a su niño interior que se comunicaba con su hijo menor, su libido trabajaba al cien por hora, en fin todos lo adoraban, menos su hijo mayor, por ciertas razones que veremos después.

Water estuvo a punto del suicidio y su otro yo (el Castor) lo salvo. Claro que lo más sano es integrar a los dos yos. Los seres humanos somos duales, siempre vivimos un mundo bipolar (una cosa siempre va acompañada de su contraria). El Yo prestado (Ego) tiene a su contrario (Alma), pero en realidad no son contrarios, son complementarios. Por eso cuando Water se ve imposibilitado para integrarlos, en la desesperación se corta la mano.

El hijo mayor adolescente se vivía entre el amor y el odio hacia su padre, rechazaba su locura porque le daba miedo entenderla, situación que al final se resuelve favorablemente.

Algunos nos vivimos con una marioneta-castor como testigo de nuestras locuras. Nos atrevemos a ser realmente nosotros, a decir lo que no nos parece, a poder liberarnos de un ego que sólo nos sirvió al principio, cuando no teníamos consciencia. Dejemos que nuestro castor exprese libremente lo que realmente somos, vale la pena intentarlo.

Es cuanto.

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