sábado, 13 de agosto de 2011

APRENDER A VIVIR



Nos preguntamos el por qué hacemos las cosas que en retrospectiva las vemos erróneas, o tal vez, si nos preguntaran si las volveríamos a hacer, en algunos casos diríamos que no. Pero lo que ya sucedió tiene una causa. Los “hubieras” no existen. ¿Entonces existe un destino? ¿Lo que nos toca vivir es parte de la Ley del Karma? (algo que uno hace, dice o piensa). Mientras permanezcamos ignorantes, apegados, y con odio, continuaremos creando karma. (Una cosa inevitablemente lleva a otra). ¿Dónde empieza nuestra libertad, nuestra creación? Como dice Joan Manuel Serrat: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.

¿Han oído hablar de las coincidencias? Para Einstein son las formas en que dios permanece anónimo. Son sucesos que ocurren con otros acontecimientos. Algunos la llaman “buena suerte” que son las oportunidades, más la preparación. Pero para que haya una coincidencia debe haber una intención, que es la base de la creación. La intención es un pensamiento que te ayuda a satisfacer una necesidad cuya finalidad es la realización.

Te has preguntado por qué nacemos en una equis situación. Unos nacen como hijos de reyes o presidentes, algunos nacen hijos de músicos, artistas y de alguna manera se determina el camino que van a emprender. Un ejemplo: Mamá es violinista, papá es pianista, todo el día oye la música, no sólo tiene genes de artista, sino en lo cotidiano le van encaminando hacia ella y es muy probable que termine siendo músico. O por el contrario, alguien nace en una familia en pobreza extrema, con un papá alcohólico y una mamá prostituta, ¿Cuál crees que sea probablemente su destino?

Hemos hablado de un determinismo, referido a la parte genética y ambiental, que marca en muy alto porcentaje como va a terminar la persona. Claro que existen excepciones, como por ejemplo el caso de Don Benito Juárez que nació indígena y terminó presidente de la republica, pero sólo eso son, excepciones. También este determinismo se da en la parte emocional, si mis padres son poco o nada expresivos en los afectos y no hay apapachos y contactos corporales yo voy a aprender a ser igual. Claro que puedo cambiar y ser diferente, pero me va a costar más trabajo que los que ya tienen esas costumbres.

Entonces sigue la pregunta, ¿Por qué nacemos en una equis situación? Esto tiene que ver con las reencarnaciones y los karmas. Debido a estos últimos, organizamos, antes de iniciar otro ciclo de vida, circunstancias que nos enfrentan con nuestros karmas. Nada es casual, todo está pre-determinado para que en este nuevo escenario se den las condiciones, y con nuestra libertad e inteligencia podamos resolverlas. Hay que aprender a observar este escenario; estudiarlo detenidamente, descubrir la misión que nos toca realizar y ésta tiene que ver mucho con nuestras habilidades.

Y volviendo al principio, sobre la vida que hoy me tocó vivir, no porque decidiera concientemente el rumbo, sino al verla en retrospectiva hoy a casi mis sesenta años, ya no me preguntaría si la volvería a vivir, simplemente la viví y con eso basta. ¿Qué me dejó ese rumbo? Me cambió la vida. Aprendí a llorar con las palabras que llevan dulzura, a caminar descalzo junto al mar y dejarme acariciar por las olas. Aprendí a dejarme llevar por la armonía que enlaza los acordes de la vida. Aprendí a escuchar el dolor ajeno y a cobijarlo sin prisa. Aprendí de mis nietos a jugar con ellos y con el niño que llevo dentro. Aprendí el idioma humano del limpiar una lágrima y abrazar con ternura una flor. Deje en el camino mi arrogancia y sólo me quede con la fuerza necesaria para querer. Aprendí a perdonar los errores de mi torpeza. Deje el ego arrumbado en una esquina en la noche de nadie, y empecé a descubrirme con el asombro infantil de un gozo. Descubrí en la risa un desahogo que liberó mi realidad. En el dar aprendí a llenarme de satisfacciones, y saberme útil.

Aprendí a ver que soy dueño de mi visión, que soy dueño de mis sueños. Aprendí lo que se tiene que aprender en la vida, porque el aprendizaje es un camino interminable que no cansa. Hoy puedo contestarme, ¿Qué me dejó ese rumbo?: APRENDÍ A VIVIR.

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