sábado, 2 de abril de 2011

Se alquila un Abuelo. Historia de Don Andrés


Ya eran casi las tres de la tarde y el sol incomodaba el largo avance de la jornada petitoria laboral. Miguel Matus estaba sentado, como todos los días, a un costado de la Catedral Metropolitana, anunciando sus servicios: “Se alquila un Abuelo”. En todo el día sólo se había acercado una señora con un niño como de cinco años pidiéndole que entretuviera a su pequeño, mientras ella iba a misa. Don Matus accedió de inmediato pensando que lo iba a distraer contándole alguna de sus historias, sin imaginarse que al niño sólo le gustaba que le hicieran “caballito”, pero un caballito salvaje, de esos de rodeo americano que saltan para que el jinete se caiga, con lo cual Don Matus se ganó unos pesos y una espalda hecha pomada. El estomago del abuelo gruñía como león hambriento y la insolación le hicieron tener visiones cuando creyó ver acercarse a su amigo Esteban Peña, que hace mucho tiempo no veía. -Don Matus, mi querido abuelo, cómo ha estado, mucho tiempo sin verle.

-¿Qué? A ver, no es mi imaginación estimado narrador, mi amigo Esteban es real y lo tengo aquí enfrente de mí.

Perdón Don Miguel, le quise dar dramatismo al asunto, como no ha comido y el sol esta que arde, era lógico que usted viera visiones.

-Limítese a su chamba, narre solamente lo que pase y no suponga o invente historias que no son, ¿entendido?

Si Don Miguel, Usted perdone.

-¿Con quién hablaba Don Matus?

-Con nadie mi querido señor Peña, es que a mi edad, a veces hablamos solos, pero qué milagro, qué lo trae por acá.

-¿Se acuerda la última vez que platicamos?, quedó que me contaría de su abuelo Andrés que no conoció.

-¿De mi abuelo Andrés? ¿Andrés, el que me besa los pies?, ja ja ja, no se crea, es una broma, ¿De qué Andrés habla?

-Si Don Matus, acuérdese, de su abuelo que no conoció, porque cuando nació, el ya había fallecido.

-¿Nació muerto?

-Noo, Usted.

-¿Yo nací muerto? Que gacho… y nunca me percate de ello. Snif.

-No, no, a ver, va de nuevo. Usted quedó de platicarme de su abuelo Don Andrés, el periodista de Colima. ¿Recuerda?

-¡Ah sí!, mi abuelo Andrés el del periódico Ecos de la Costa de Colima.

-Ese mero Don Matus, (por fin)

-Pero no

-¿Pero no… qué, Don Matus?

-No puedo contarle historias con el estomago vacío mi querido Esteban.

-Ja ja ja, por supuesto que no, ¿Vamos a donde siempre no, a la cantina La Puerta del Sol?

-No se diga más, vamos mi estimado amigo.

Miguel Matus recogió sus cosas, las metió en una pequeña y sucia maleta y con una sonrisa tan amplia y grande como un tsunami, se encaminó hacia lo que iba a ser su primera comida del día. -¿Sucia? Narrador

Es que si digo sucia estoy describiendo una escena muy pobre

-Estoy de acuerdo en que soy un abuelo pobre, refiriéndome al dinero, pero sucio, jamás, quite la palabra sucia.

O.k. Don Miguel.

-¿Dos personas?

-No, tres, si es tan amable.

-¿Tres, Don Matus?

-Si, Usted, Yo, y Don Andrés García, mi abuelo.

-Por supuesto Don Matus, por supuesto.

-¿Que van a tomar los señores?

-Yo para empezar, si no es mucha molestia Don Esteban, una cervecita bien fría, y para mi abuelo… ¿Qué quieres tomar abuelo?

-Perdone señor, en mi tierra se acostumbra tomar Ponche de Comala, ¿Tienen?

-Si como no, ¿Con muchos hielitos, verdad?

-Abuelo, aquí mi amigo Esteban Peña quiere que le cuentes un poco de tu vida. Le he platicado de ti, que no tuve la suerte de conocerte, pero que me hubiese gustado mucho haberla tenido porque creo que en mucho nos parecemos.

-Encantado Miguel y para Usted también Don Esteban. Mi nombre es Andrés García Ahumada, nací en el bello estado de Colima el 30 de Noviembre de 1886 y soy aficionado a las “carnitas”. A los 18 años me fui a Guatemala y trabajé 5 años en una finca cafetera. Regresé a Colima y abrí una librería y papelería y le puse el nombre de “El Importador”. Vivimos muchos años en la calle de Hidalgo No. 138 en el centro de la ciudad. El 15 de Octubre de 1927 se escuchó el primer grito del recién nacido semanario Ecos de la Costa, desde los tipos móviles con la antigua prensa vertical Chandler. Fui su fundador junto con un distinguido grupo de colimotes. Eran los tiempos en que Colima estaba sufriendo una cruel agresión de sus hijos contra hijos en la revuelta cristera que tanta sangre dejaron. Colima incorporado a un movimiento social que nos trajo un tren de vía ancha, llámese Porfirismo, Maderismo y los ismos vinculados a los apellidos de políticos residuales de la paz de la dictadura con una chaqueta nueva de revolucionarios y con cananas ideológicas para jugársela por la nueva causa. Tiempos éstos agudizados por las carencias sociales en la cola de la revolufia y en la cabeza de una escasez económica naciente en los Estados Unidos; época de recesión arrebatinga por los mercados mundiales.

-Que interesante Don Andrés, pero que le parece si vamos pidiendo unas carnitas, a Usted que tanto le gustan, y una birria de chivo también. Y a Usted Don Matus otra cervecita.

-Sale Esteban, perdón Don Esteban, ¿Pedimos otra ronda igual?, esto se esta poniendo suave. -Vámonos hablando de tú, ¿No les parece?

Perdón señores, quiero comentarles, como el narrador oficial que soy, que tengo información acerca de Don Andrés que apareció en el Ecos de la Costa por el señor Jorge Chávez Carrillo en el año de 1989, que compartiré con Ustedes, antes de que él siga con su historia: Como ven, fueron tiempos difíciles en donde podemos comprender la voluntad de un hombre, Don Andrés García Ahumada fundador de una prensa moderna comprometida con sus paisanos; fue un colimense enérgico e inteligente, voluntarioso y limpio negociador de una finura singular, que se resolvió en medio del tumulto cristero a dar a la sociedad la información de los hechos de guerra, de las intenciones oficiales y de la opinión de la gente; todo esto fue una forma de sacar de la oscuridad y de los rumores la verdad de los sucesos que debían conocerse. No sólo de eso se informó a los paisanos sino de los terremotos y los ciclones, como de la salida del mar de Cuyutlán. También se hablaba en el Eco de la Costa de la Feria de Colima, de los eventos sociales: bailes, banquetes, bodas, celebraciones, corridas de toros anotadas en el carnet del tiempo por la pluma de Don Andrés, El Tío, MY UNCLE seudónimo muy apreciado por las familias sobresalientes y la juventud que aparecía en las notas de Don Andrés. Tuvo a su cargo la humorística sección titulada “Costeando” en que reflejaba su fino tacto periodístico, su perspicacia y exquisitas maneras sociales. Su carácter amistoso y conciliador no le dejó incurrir, sin embargo, en la miseria moral del incondicionalismo para con los hombres del poder, siendo prueba de ello, la clausura impuesta a “Ecos de la Costa” por el Gobernador de esa época D. Salvador Saucedo, ello a causa de no plegarse a indicaciones políticas que no eran de su agrado y convicciones. Don Andrés fue Diputado Propietario a la XXI Legislatura del Estado y le tocó entrar en el conflicto surgido con el Sr. Gobernador D. Miguel Álvarez quién mandó aprehender a todos los miembros de la diputación. Tuvo por ello que radicar en la Capital de la Republica y abandonó con sumo pesar la tierra natal en el año de 1942 y vendió el Ecos de la Costa al Sr. Prof. Rafael L. Macedo.

Por último señores, les quiero leer un anónimo que me encontré de un recorte del periódico el Ecos de la Costa cuando falleció Don Andrés: “Para el señor Andrés García Ahumada un minuto de silencio y una oración, porque él fue el fundador, pues con esa gran visión, con firme decisión y sus grandes inquietudes, supo que de esa manera, cual paloma mensajera la noticia llegaría a temprana hora del día, para informar a la gente que con mirada sonriente las noticias leería”. Una vez terminado el relato, levanté la mirada y vi que a Don Matus se le salían unas lágrimas irreverentes de…, no sé si eran de tristeza o de gusto por tener a su abuelo con él.

-¿Cómo vamos señores, una ronda más?, Don Matus ¿cambia a cubita?, yo pediré un cogñac, ¿Usted Don Andrés gusta otro ponche?

La última petición ya no fue contestada, el lugar de Don Andrés estaba vacío, se había ido con el tiempo y quedaba solo en el recuerdo una historia, una historia que nunca fue vivida, que sólo fue deseada.

-Salud Don Matus,

-Salud mi querido amigo Esteban Peña.

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