domingo, 8 de febrero de 2009

" El Niño con Pijama de Rayas"


Nuevamente les hablaré a mis lectores imaginarios de una película. Una película con un final paralizante, escalofriante, que nos deja de una sola pieza, simplemente mudos y obligatoriamente reflexivos.

La historia nace en la novela de John Boyne – The Boy in the Striped Pyjamas - acerca de una visión sobre el holocausto, sobre los campos de exterminio de Auschwitz, sobre las cámaras de gas, sobre la segunda guerra mundial. Una historia más acerca del lado oscuro de la humanidad.

El contrapeso, dos niños de entre 8 y 9 años, en un campo de exterminio, con una diferencia que no influye en sus destinos: Un niño judío que vive dentro (Shmuel- protagonizado por Jack Scanlon). El otro, un niño alemán (Bruno – Asa Butterfield) que vive fuera de la malla con púas. Los une la inocencia infantil preñada de amistad.

Mark Herman capta en su película la voz dramática de John Boyne y le da sentido a través del grito desgarrador de la madre del niño alemán (Vera Farmiga).

A diferencia de la película de Roberto Benigni: La vida es Bella, en la que el padre (Guido) va llevando a su hijo (Jhasua) a un juego en el que sólo ganará si no se deja ver por los “gruñones” guardias alemanes, en un campo de concentración. El ganador recibirá un tanque de guerra. El padre fabrica en la imaginación de su hijo, la historia. En la película: el Niño con Pijama de Rayas la historia nace de la inocencia de los niños.

A los mayores les ciega el deber y la patria. Los ascensos del jefe de familia en la milicia nazi, representados en fiestas familiares de gran pompa. La esposa, orgullosa de su marido, lo sigue ciegamente, sin darse cuenta del engaño. Engaño que le destrozará desesperadamente los principios y valores del éxito. Perderá, no sólo a un hijo. Perderá más que todo, hasta quedarse en un vacío, que es probable que sólo lo supere con la locura.

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