martes, 15 de diciembre de 2009

Ternuras y Experiencias se juntaron hoy


Si bien es cierto que de momento unos somos observadores y otros observados, hoy, sin proponérmelo, observe a ambos grupos. Claro que es un decir, porque no fue una observación fría, analítica y calculada, sino un estar sensitivo en la convivencia que hoy tuvimos la suerte de participar.

Once de mis mejores alumnas del INAPAM y yo, convivimos cerca de tres horas con niños y jóvenes down. Se formaron cuatro grupos: El primer grupo estaría en la cocina haciendo la comida, el segundo harían pastelillos y galletas, uno más jugaría haciendo manualidades y el último utilizaría títeres y realizaría actividades motrices.

Cada quién escogimos el grupo de nuestra preferencia. En la cocina, se enfrentaron con la joven chef down que daba las primeras inquisitivas indicaciones:

-¡Muéstrenme sus manos, guarden sus joyas: aretes, collares, relojes!, ¡pónganse el cubrebocas y esta malla para el cabello y a empezar se ha dicho!

-Si mi general, se oía en la mente silenciosa de cada una de las participantes.

Y empezaron a picar cebolla, jitomate, aceitunas y demás ingredientes a la vez que empezaron a conocer a sus nuevas jóvenes down de aventura. Se les veía que las chicas estaban realmente comprometidas con su tarea, una de ellas no tenía los rasgos físicos característicos de los down, aunque si mostraba una menor edad por sus actitudes infantiles.

En la parte culinaria las cosas fueron avanzando y la comida iba tomando forma, olor y sabor, así como la convivencia iba tomando satisfacción, descubrimiento y alegría.

El segundo grupo eran las reposteras, haciendo deliciosos fruitcakes, empaquetándolos en bolsas de celofán, amarradas con moñitos de colores. Había una chica down muy simpática, de unos 19 años, que nos contaba que tenía novio, que le gustaba mucho cantar y bailar, que por cierto nos hizo unos pasitos de Michael Jackson.

El tercer grupo trabajó con unos arbolitos de navidad a los cuales se les tenían que pegar figuritas y unas esferas para decorar. Los pequeños se veían felices, aunque uno de ellos se mostraba inquieto y no seguía las indicaciones de las pacientes educadoras visitantes, comiéndose a veces el resistol blanco. Otra de las pequeñas artistas down era una niña como de 7 años, un tanto delgada, que representaba toda la ternura posible que pueda existir en un ser humano. Abrazaba a una de las señoras y jugueteaba con los vistosos collares que ella llevaba. Al final consiguió que se los prestaran y al lucirlos, sus ojitos dibujaban su pequeña feminidad orgullosa. Esa niña lo decía todo con sus abrazos, con sus contactos, con esa mirada que no habla, sólo dice sus amores.

Con el último grupo empezamos con los títeres, los saludamos con canciones e invitamos a que ellos se los pusieran. Tal vez fue el grupo más difícil, casi no hablaban, algunos muy quedo, otros manifestaban poco control anímico y corporal. Procedimos a pasar al salón de juegos a movernos libremente. Algunas señoras se cansaron pronto pero al final las actividades mejoraron mucho.

Ya a punto del primer turno de comida de los más pequeños, la directora junto a todos en el comedor para realizar el cierre y despedida.

¿Qué aprendieron el día de hoy, señoras?

Hubo comentarios de algunas de ellas, pero más hablaba su mirada agradecida y satisfecha. Su actitud silenciosa que expresaba su sorpresa por haber podido dar. Al final, las caritas se iluminaron al recibir sus regalos que consistían en gorritos navideños y lindos muñecos de peluche. Ese momento fue el más emotivo, con sus intentos de risas, que no eran más que sonidos guturales frustrados, los pequeños down, nos regalaban un adiós agradecido.

Pero les decía al principio, que hay momentos en que nos toca observar y otros en ser observados, y sin bien es cierto que observamos a los pequeños down en su mundo, también me tocó observar a las bellas y tiernas señoras que se atrevieron a dar lo mejor de ellas: su compromiso con la humanidad, su ternura llena de experiencia, su belleza llena de feminidad.


Hoy se pudieron juntar dos ingredientes que son capaces de mover montañas y cambiar el desorden existente: La inocencia de los pequeños down y el compromiso de las mujeres que más que experiencia, nos regalaron su amor.

Gracias señoras por haber estado en esta, su patoaverturas del taller de Desarrollo Humano, hasta la próxima.

Mtro. Luis Miguel G.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Un impresionismo frustrado


Por supuesto que no podría generalizar, pero me he topado en el mundo empresarial joven de hoy (de 30 a 40 años), con personas de características especiales, que los hacen “triunfadores”. Buscando en el diccionario por lo menos he encontrado tres de estas características:

Codicia: “Deseo exagerado de poseer o de tener mucho”
Avaricia: “Cualidad negativa en grado extremo”
Ambición: “Deseo apasionado por el poder y el dinero”

¡Cuidado! Te las podrías encontrar en cualquier momento y en cualquier parte. Parecen personas bien intencionadas, yo diría hasta amables y con un trato social extraordinario. Son profesionistas, algunos “hijos de papi”, con buen gusto en el vestir, que principalmente buscan el reconocimiento público y social.

Creo que una forma de hacer estos especímenes ha sido a través de la educación “competitiva”, principalmente de instituciones privadas, algunas de ellas con tintes religiosos, que instruyen a sus educandos en la “eficiencia”, “liderazgo”, y sobre todo en el mundo de la inclusión.

Trataré de explicar que este tipo de características están creando el cáncer social contemporáneo. Es un tema interesante el de la inclusión y la exclusión. Dos bandos totalmente separados, unos pocos “arriba”, todos los demás “abajo”. Los de arriba pueden ser grandes empresarios (I.P.) y políticos, incluidos diputados y senadores de TODOS los partidos, también los de la izquierda.

Los de arriba jamás dejan entrar a los de abajo a su mundo, aunque a veces fingen tolerancia hacia algunos candidatos que tengan intención de hacerlo. Los de arriba “tienen”, los de abajo no, y eso los hace aparecer en la revista “Hola”, como los envidiables de los de abajo. Claro que los de arriba, los incluidos, tienen categorías: Los de hasta arriba, incluido dios y Slim, los que ya mero llegan, los que están en medio y los de debajo de arriba.

Pero regresando a los jóvenes codiciosos intentaremos analizarlos desde un perfil psicológico. Algunos de ellos tienen rasgos paranoides, su “lógica” no corresponde a la realidad, y se creen el mundo de pretextos para no hacer las cosas, que deben hacer. Otros tienen ciertos rasgos psicópatas por su incapacidad de lealtad a otros individuos, grupos o valores sociales, y son enormemente egoístas. Son personas que parecen alertas, bien informados y capaces de hablar bien. Parecen inteligentes, pero nunca se hacen responsables de sus actos. Se creen su verdad, no aceptan la culpabilidad de su conducta y siempre dan excusas plausibles por todo lo que ha sucedido.

¿Cómo la ven?, ¿Se han encontrado alguna vez con este tipo de gentuza? Ustedes, como nosotros, que tuvieron una “educación marista”, clase medieros, nos cuesta mucho trabajo ver a esta nueva generación de jóvenes empresarios como hacen sus transas, como se llevan al baile a la gente honrada y honesta, como la impunidad es el pan de cada día.

Diríamos que no se vale, aunque sabemos que la vida no es justa, nos da mucho coraje encontrarnos con este tipo de personas por nuestro camino, que nos quitan lo que es nuestro y sin ningún remordimiento se ríen del mundo excluido para terminar en algún país del primer mundo.

Y ahora, ¿Quién nos salvará, El Chapulín Colorado, Cristo Rey, Obama, el PRI renovado, Televisa?, la verdad, no lo sé.

Es cuanto.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

CARTA A MI HIJO


Algo pasa cuando las distancias se atraviesan en nuestro camino. Solemos añorar el pasado, recordando los momentos en que la cercanía mantenía nuestras querencias. Pero, a veces, ni eso, olvidamos decirnos con frecuencia nuestros sentimientos y mantenemos fría la relación. Son historias que se repiten de familia a familia con los mismos matices y los mismos colores.

Recuerdo la relación con mi padre, empezando por una evocación infantil del padre, en el papel de Santa Claus. Por supuesto que yo no sabía que él era Santa, pero que feliz me hacían los juguetes que por arte de magia aparecían durante la noche del veinticuatro de diciembre. En esos regalos, había un mensaje implícito que decía: “Eres especial para mí, quiero que te sientas gozoso y feliz con esto, te lo has ganado”. La presencia de mi padre en esa época, la recuerdo feliz y agradecida.

En la adolescencia, por mi forma de ser, la relación la viví distante. Mi padre en sus negocios, y yo, con mis “problemas” y circunstancias de la edad. Aunque no con esto quiero decir que “descubrí el hilo negro”, la adolescencia siempre es incomprendida, difícil y los papás no estamos preparados para llevarla acertadamente.

En la juventud aparecieron los primeros brotes de una relación cercana. Fueron dos ocasiones especiales que yo recuerdo: Una, el festejo por el término de mi carrera y la otra en mi boda. En ambas y medio tomados los dos nos atrevimos a decir que nos queríamos y algo más. Lástima que sólo me case una vez e hice sólo una carrera, o lástima que no fuimos alcohólicos para dejar correr nuestros sentimientos, o lástima que no aprendimos a que habían otras maneras de hacerlo.

Pero creo que nuestros perfiles de personalidad no eran muy compatibles, o ¿sería que eran tan similares que chocaban?, la verdad no lo se, pero la relación no fue cercana, aunque en el fondo los cariños emergieron cuando el se fue.

Una vez me hicieron una pregunta interesante: En el lugar de tu papá, ¿qué hubieras hecho contigo, en el asunto de tu boda prematura? Y sin afán de echarle la culpa a nadie de lo que yo hice, contestaría, que yo en su lugar…
¡No me hubiera ayudado, como él me ayudo! Hoy pienso eso, las personas elegimos nuestro camino, consciente o no, y debemos experimentar sus consecuencias.

Al final me puedo preguntar ¿Qué opinión tengo de mi padre?
Creo que en mi ancianidad, hubiéramos sido buenos amigos, bueno, eso creo. Siempre lo vi como el padre responsable, pero no conocí su historia como hijo de mi abuelo, ni supe de sus leyendas ni aventuras que me hubiera gustado conocer. Fue un desconocido en su persona, sólo lo conocí como padre.

Yo tenía 40 años cuando mi padre murió, los mismos que mi primogénito tiene hoy estando yo vivo y pudiéndoles decir que los quiero.

Ahora te pregunto: ¿Qué tanto me conoces Miguel, o también me he mostrado sólo como lo hizo mi padre conmigo? Y a veces ni eso. Dirás que soy exigente con mi apreciación, pero cuando me reviso, veo muy deficiente mi paternidad de antes. Claro que por la edad, no podía haber sido de otra manera. Pero eso ya es historia, ahora lo importante es nuestra relación y como digo, nuestras querencias.

No sólo te diré que te quiero en ocasiones especiales y alcoholizado, te lo diré en un domingo por la tarde o tal vez en un martes tempranito, o un jueves ya por la noche, en fin, cuando sea menester quererlo. Te podré abrazar cibernéticamente o con mis brazos, dependiendo de la distancia, que como ahora sólo es leída, ya habrá oportunidad de hacerlo de a de veras.

7 de Noviembre de una mañana muy temprano hace treinta y cinco años, te tome en mis brazos y lloré. Lloré, porque en mis brazos estaba una parte mía, como pronto una parte tuya estará en los tuyos.

Añoro tu presencia y me entristece tu situación lejana en estos especiales momentos para ti y para todos. Pero, como dicen por ahí, “así es la vida”, a veces se ve injusta, sin embargo todo es para bien, aunque en ocasiones duela.

Me da un enorme gusto que este festejo lo puedas pasar con tu esposa y tu hermano, pero hazte la idea que yo también estoy contigo levantando la copa con un salud por ti. Nos alejan miles de kilómetros de distancia, pero nos acercan miles de sentimientos amorosos.

Pienso todos los días en ti, y con mis brazos apuntando al oriente pido a la vida, te otorgue los dones que te hagan feliz y que algún día, cuando éste llegue, puedan estar juntos la familia completa, mientras tanto, hoy 7 de Noviembre, felicidades Miguel por tus treinta y cinco años.

Te amaPapá

martes, 27 de octubre de 2009

Unas sonrisas sabatinas


Es curioso, pero reírse con niños de nueve años es a veces tan parecido como reírse con algunos adultos mayores de noventa. Un cero más, pero las risas no cambian, son intensas, sinceras, divertidas, hasta creo que saludables. Y por qué les digo esto, porque lo he vivido, con mis nietos y con algunas alumnas seniles, pero empecemos con la historia…

Ayer fui a la feria con mis nietos, y los juegos se alegraron al vernos llegar. Al primero que se subieron fue a una especie de pulpo gigante, bufaba como un dragón y sus brazos se movían con furia de arriba abajo, dando vueltas al mismo tiempo, creando una sensación de zarandeo irrespetuoso y brusco, pero a la vez que divertido.

Cada vuelta era un adiós del abuelo que desde abajo les gritaba entusiasmado. Ellos reían y dejaban sueltos sus cuerpos, como marionetas frágiles ante la tosquedad del monstruo marino.

Al terminar, corrieron a su segunda aventura, una montaña rusa para niños, aunque por las pequeñas bajadas resultó ser demasiado infantil. Pero con el tercero se desquitaron, era el barco Krakatoa que se balanceaba atrevidamente hasta llegar a un punto, antes de que diera toda la vuelta, y nuevamente oscilaba sin descanso de un lado a otro, sólo se le veían los cabellos parados de mi nieta.

Después siguieron las tasas, el látigo, los carros chocones, las sillas voladoras, y un sin fin de juegos todos ellos divertidos.

¿No les ha pasado, que al dejar soltar esa risa entre nerviosa y divertida, es como si nos estuviéramos riendo con los juegos? Los juegos que toman vida al oírnos y se ríen con nosotros, resultando un concierto alegre entre los coros de mis nietos, de los juegos y los míos.

La diversión entre mis nietos y yo estaba en sincronía y nos hacía hermanarnos en nuestra aventura. Subían y bajaban de un juego a otro sin cansarse, gozando de las sensaciones que la feria les provocaba, el único que se estaba cansando era mi bolsillo, porque no hay dinero que alcance para la diversión de unos nietos. Pero todo tiene su fin, sólo nos faltaba el tiro al blanco y las canicas con premios, que en este primero resultaron ser unos extraordinarios tiradores, uno con pistola y la otra con rifle, a pesar de que éste era más grande que ella.

Nos fuimos por fin de la feria y en casa, claro, seguimos jugando juegos de mesa, cenamos, intentamos ver un poco de televisión, pero la guerra de almohadazos nos interrumpía constantemente. Siguieron las luchas, imagínense: en esta esquina de 30 kilos, niño de 9 años y en esta otra, con 33 kilos, niña de nueve años. ¿Quién creen que gano?... Mi nieta. Por fin, a las 12:30 pm les llego el sueño, primero al niño que quedo, sin taparse, profundamente dormido y finalmente, y gracias a dios, cayó la niña y claro en seguidita también el abuelo quedo totalmente aniquilado.

Que bueno que solamente son mis nietos, si no, hoy estaría sencillamente muerto.

El abuelo Micky

martes, 29 de septiembre de 2009

Hoy, me encamine a la salida, solo...




Las seis de la tarde de un martes que pintaba tres letras de una historia:
F I N
Termino de una aventura que se intitulo:
Taller de Desarrollo Humano en una “x” residencia de adultos mayores, ubicada al poniente de la ciudad de México.

Fue un viaje al mundo de lo desconocido, en donde la creatividad tenía que aparecer en primer lugar. Rescatar las emociones, de no se donde, para que danzaran por unos segundos, era toda una odisea. Una sonrisa, un comentario corto pero sorprendentemente inteligente aparecía de los participantes en la escena.

No había cabida para engrandecer los egos, no había batallas ganadas ni triunfos festejados, sólo un aquí y ahora minimalista que tenías que captar en forma rápida e intensa. Una expresión habida de auténticos sentimientos de dulzura y agradecimiento.

Ritos que tenían una presencia simbólica de profunda expresión, como los recorridos lentos que hacíamos hacia la puerta de salida, del brazo de Elo y su cuidadora, todos los martes poco después de la seis de la tarde. ¿Dónde dejaste tu coche mijito? Aquí a la vuelta le decía, todos los martes antes de abrir la puerta. Que ni coche llevaba, porque era difícil la estacionada. Al final de las clases, cuando caminábamos hacia fuera, sacaba dos chocolates de mi bolsa y se los daba. Ella, los abría con desesperación y se los echaba a la boca como una niña traviesa. Me decía que le encantaban y como muestra de agradecimiento ponía sus ojitos, no se como y recargaba su cabeza en mi hombro. Yo le pasaba mi mano por su mejilla y agradecía al chocolate sus efectos.

Hoy, Elo estaba triste, sus ojos casi no hablaban, me miraba como esos perritos tristes; y sólo alcanzaban a decirme: no te vayas, tengo miedo a olvidarte, ya sabes como me traiciona mi memoria. Mañana, por no decir en un rato más, ya no sabre quien eres, se me olvidarán los ricos chocolates de tus despedidas. No recordaré quien es el Maestro de Desarrollo Humano, ni sabre darte razón de los martes. Eso me lo decían sus ojitos, pero lo que sí me dijo, cuando le comente que no era una despedida final, que nos seguiríamos viendo y que cuando ella quisiera nos podríamos ir a tomar un helado; Mijito, me dijo dulcemente: ¿te irías conmigo a mi casa?...

Todos los martes, su cuidadora le recordaba: Doña Elo, hay que bajar a la clase de Desarrollo Humano de Luis Miguel y ella, todos los martes, le preguntaba: ¿Quién es Luis Miguel?, pero cuando me veía entrar, ya desde la puerta, sus ojitos brillaban, tenía que estar presente para que ella me recordara. Y me tomaba del brazo con fuerza y me contaba siempre de sus dolencias en su rodilla derecha y con cara de estiramiento me decía que sentía como si le jalaran los nervios.
En clases, se sentaba junto de mí, a mi izquierda, tan cerca, que nuestras manos expresaban sus querencias. Iban y venían como dos adolescentes, y nuestros ojos se miraban cómplices de nuestro cariño. Era, como darle clases sólo a ella, en momentos, los demás reposaban como estatuas de fondo.

Todos los martes empezábamos con una lectura, al principio fueron cortas reflexiones de la vida, al final breves cuentos de terror. En uno de ellos, creo fue el de: El adiós de la suegra de Francisco Escalante, volteé y le dije: Elo ¿te asustan los cuentos de terror?, si es así te puedes agarrar del brazo de tu cuidadora, ella enfáticamente me lo dijo en bulto, Nooo, mejor me agarro de tu brazo.

Una tarde llegue a la residencia y salude, como todos los martes a la recepcionista. Había una persona más con ella. Hola Luis Miguel - me hablaba de tú y eso me agradaba – quiero presentarte a… mucho gusto y extendí mi mano. Viene a ver si le das permiso de entrar a tu clase para ver como trabajas. Claro, con mucho gusto. ¿Y cuál es tu especialidad? le pregunte. Física Cuántica me dijo…

Esa tarde, mi clase consistió en un jueguito que se llama basta. Giras un disco de letras y en la que se detenga tienes que escribir un nombre, una ciudad, una cosa y un animal, el primero que termine las cuatro, grita: ¡basta! Claro que esto no se parece en nada a la Física Cuántica, pero como nos divertimos. De hecho gano Elo, bueno hicimos una trampita, en su hoja solo tenía que poner dos de cuatro y yo le soplé todas.

Nos empapábamos de cuentos como “La Sombrerona” de Fabián Tejeda, “Ay hijo mío” de Janet Artiles, “El coleccionista de sonrisas” de Rafael R. Valcárcel, que por cierto en este, la mayoría se me quedo dormida. Bueno, cinco de seis no está mal.

Inventar era mi suplicio, pero creo que se me da. Un martes nos pusimos a jugar al juego: ¡Qué pasaría si!... ¿Imagínense? Nos botábamos de la risa… ¿Qué pasaría si sólo tuviéramos un ojo y éste estuviera en el ombligo?, ¿Qué pasaría si la cruz roja fuera negra?, ¿Qué pasaría si el agua de mar fuera de horchata? ¿Que locos, no? Fue divertido…

Un martes nos fuimos al pasado, recordamos el México de antes, las medias de seda con raya sexi atrás, los tranvías, las serenatas… Esa tarde hubo muchas expresiones de nostalgia.
Otro día, fue divertidísimo; Jugamos a la Granja: Cada uno tenía que escoger una estampa de algún animal. Los animales se daban por pares. La estampa se la colocaban en la frente y gritaban el sonido del animal, todo a la vez, caminaban – bueno, unos en sillas de ruedas – hasta que encontraban a su pareja animal y se sentaban a platicar.
Creo que fue aleccionador y divertido nuestro taller. Nuestros martes fueron mágicos, especiales, fueron nuestros, pero finalmente, terminaron. Quedarán en el recuerdo de algunos, en otros, como Elo ya lo olvidaron, porque hoy, al encaminarme a la salida lo hice solo, su brazo se quedó sin memoria, en un sillón.

martes, 22 de septiembre de 2009

LAS MIL CARAS


Cuando nos vemos movidos por una necesidad, usamos una de las tantas máscaras que tenemos. Nos volvemos ese personaje que sabemos, moverá al otro, para obtener lo que buscamos, trátese de una ganancia material, una sensación de poder o de superioridad, o algún tipo de gratificación, ya sea física o psicológica.

Será que también hasta los artistas se identifiquen con los personajes que interpretan, porque la mayoría de las personas sí lo hacen. El Ego se alimenta de los demás, porque de hecho, ellos fueron sus creadores. Buscamos el reconocimiento, la alabanza, la admiración o sencillamente ser notado de alguna manera, lograr que se reconozca nuestra existencia.

Jugamos roles del malvado, de víctima, del amante, de cualquier perfil que este de acuerdo con nuestra necesidad para atraer la atención. Por ejemplo, hacernos las víctimas, con lo cual buscamos simpatía, o compasión, o el interés de los demás por mis problemas.

Y bien utilizamos esas máscaras nosotros, o vemos en los demás una representación, una idealización, como cuando estamos enamorados. Nos volvemos adictos a la imagen que hemos fabricado del otro.

Pero también la gente se cree las ropas que viste. Los sacerdotes actúan el personaje, y hasta en su tono de voz se escucha la representación. Se sienten enviados de dios. Las monjas, se viven esposas de Cristo y celosamente esconden su humilde humanidad en la represión de su celibato. Los maestros marcan su sapiencia con sus alumnos, los jueces dictan sentencia como los dioses del olimpo, los pobres ponen cara de necesitados, los reyes se coronan y respiran un ambiente monárquico viendo a los demás como súbditos. Y después de algún tiempo, ya no saben quienes son. Simplemente viven el drama de su función y la sufren.

Para liberarnos, tenemos que darnos cuenta de que no somos lo que representamos. Dejar a un lado los arquetipos sociales y no tomarnos tan en serio. La espontaneidad, la alegría y la despreocupación definitivamente no caracterizan a ese personaje.

Por tanto, no soy yo quien me relaciono con la persona, sino que mi idea de lo que soy yo se relaciona con mi idea de lo que es la otra persona, y viceversa. Por consiguiente, no sorprende que las relaciones estén plagadas de conflicto. No hay una relación verdadera. Debemos tomar conciencia de nuestros pensamientos y separarlos de los hechos.


Cuando se tienen hijos pequeños, lo más importante es darles espacio para ser. Debemos permitirles cometer errores y en ocasiones también debemos dejarlos sufrir, ya que con el sufrimiento se puede trascender. Nos esforzamos por ser “buenos padres”, pero la clave está en prestar atención a los hijos.

El amor implica dualidad: amante y amado, sujeto y objeto. Así, el amor es el reconocimiento de la unicidad en el mundo de la dualidad.

Renunciemos a definirnos y no nos preocupemos por la manera como los demás nos definen. Cuando nos relacionemos con la gente no asumamos un papel o personaje, seamos solamente un campo de Presencia consciente.

El Ego es patológico, vienen de pathos que significa sufrimiento. La infelicidad es una enfermedad mental y emocional creada por el ego. Y éste siempre busca culpables. La paz representa la aniquilación del ego y la alcanzamos en el momento presente. Hay cuatro palabras en las cuales se encierra el secreto del arte de vivir, el secreto del éxito y la felicidad: uno con la vida, que significa: SER UNO CON EL AHORA.

Una forma exagerada del Ego es la esquizofrenia paranoica. Consta de una historia ficticia inventada por la mente para darle sentido a una sensación persistente de miedo. Mientras más fuerte el Ego, la persona piensa que sus problemas son causados por los demás y también él les dificulta la vida a ellos. Con la paranoia se tiene una sensación de ser el centro del universo y una noción de ser la víctima.

Las naciones y las organizaciones religiosas suelen contener también un elemento de paranoia: nosotros contra los malos. Ejemplo, la Inquisición española, así como la intromisión de los Estados Unidos en el resto del mundo: nosotros contra la guerrilla.

Mientras más inconsciente es la persona, más violenta es. El ego busca identificaciones con grupos: una nación, un partido político, una empresa, una institución, una secta, un club, una pandilla, etc. El ego consume grandes cantidades de energía. Para deshacernos del ego hay que responder plenamente a cualquier cosa que el momento exija. Ser uno con lo que se hace, uno con el ahora, uno con las personas a quienes sirven o con las actividades que realizan. Trabajar en unicidad.

“Soy la vida. Yo y la vida somos uno”


Es cuanto

martes, 1 de septiembre de 2009

La esencia del Ego


Es curioso, pero vivimos “atrapados” en un mundo disfuncional. Metidos en una mente humana demencial, egotista, ciega, que va y viene en la inconciencia de la sombra. Es un caminar que poco a poco va dejando un surco, que con el tiempo se va haciendo profundo y oscuro. Sin darnos cuenta, de pronto, nos vemos sorprendidos por el cautiverio engañoso de la vida y lloramos, lloramos como niños.

Que ingenioso nacer con el guardián del Ego, que nos da identidad y “poder”. Nos ayuda a representar esos papeles y roles dramáticos que de lejos causan risa y lástima:
Cuántas veces hemos oído: “Ya no puedo seguir viviendo en este infierno, alejado de la mano de dios…”, “el miedo no me deja vivir en paz…”, “¿cuándo la suerte me cambiará...? “TENGO un AMIGO que es muy influyente, él te puede ayudar…”, “En mi viaje a Roma, saludé de mano al Papa, ¿te imaginas?...”

Este tipo de mensajes nos hace SENTIRNOS GRANDES, “SER GRANDES”. Tener una mansión en Beverly Hills, comprarnos la camioneta último modelo, viajar alrededor del mundo, en fin, todo el “TENER” que nos hace identificarnos con él.

Aunque no es el tener en sí lo que nos afecta, sino identificarnos y actuar en consecuencia. Apegarnos a las cosas y personas como si con ello nos fuera la vida de por medio. No simplemente las usamos, sino que con la factura, compramos estatus.

En nuestro Ego habitan dos gigantes que a diario hacen su aparición: Nuestros Pensamientos (efímeros y pasajeros) y nuestras Emociones. Juntos van engañándonos para hacernos creer que somos nosotros los que pensamos y sentimos. Ese, sólo viene siendo un instrumento de uso. El verdadero yo, está en nuestra alma. Nuestros pensamientos son simples opiniones, nuestra conciencia ve hechos.

Cuántas veces nuestro Ego se toma todo apecho y responde a la defensiva y agrede. ¿Vale la pena quejarnos y lamentarnos de todo? Tomar la vida muy en serio y amargarnos esas tardes que pudieron ser tranquilas…

Cuando nos quejamos, nos sentimos superiores, porque sentimos que tenemos la razón – que el otro está en el error - . La separación y los conflictos humanos se basan en esto. Dejemos de atacar; “Guerra contra las drogas, contra la delincuencia, el terrorismo, el cáncer, la pobreza, la enfermedad. No los veamos como un enemigo, mejor descubramos el para qué están.
Para liberarnos del Ego solo hay que tomar conciencia de él, conciencia del presente, conciencia de la Presencia.

Es cuanto.

miércoles, 5 de agosto de 2009

¿DÓNDE ESTÁ DIOS, MIGUEL?


Ayer un amigo me mandó un correo que decía escuetamente:
¿Dónde esta Dios, Miguel?

Me quede pensativo unos instantes… sentía que a través de sus cortas palabras se escuchaban gritos de desesperación, de soledad, de vacío. No era la primera vez que yo me enteraba de su estado anímico, más bien era ya una constante que se había hospedado los últimos años en su vida.

Era un parásito que se alimentaba y devoraba sus ganas de vivir y no lo dejaba sonreír. Era su sombra que se había apoderado de la silla del rey y ahora gobernaba a sus anchas, sin que hubiera poder alguno que lo desplazara o aniquilara.

Incluso, llegué a pensar que se iba a quitar la vida… pero no, la muerte no rondaba su melancolía, era solamente su depresión la que lo hacía vulnerable.

Es curioso, pocas veces nos acordamos de Dios, y estas son cuando lo perdemos de nuestro ser. Lo buscamos desesperadamente fuera de su casa, donde sabemos que ahí, jamás lo vamos a encontrar. Es como si buscáramos un pez en el desierto, o un águila real en el fondo del mar.

Dios, no se encuentra en las iglesias, ni en los símbolos fetiches de la fe. Nos han hecho creer de siempre en un dios humano, justiciero, barbón, viejo, que vive a miles de kilómetros en una nube de azúcar. Que sólo se lleva de a “cuartos” con los jerarcas que usan la mitra y concesiona cuando lo solicitan los reyes y poderosos.

La ceguera invade nuestras peticiones y clamamos a Dios como si nos fuera a resolver nuestros problemas. Pedimos, como si fuera el pedido al “Niño Dios” para que nos traiga juguetes en navidad. Pedimos, como si fuera a nuestro padre que nos da los “domingos”. Pedimos, como los críos piden.

Dejemos de comportarnos como niños berrinchudos y hagámoslo como adultos agradecidos. Dialoguemos en silencio, con nuestro interior y digamos gracias por lo que somos y tenemos. Porque ser y tener van de la mano. Yo tengo lo que soy. Si yo soy rico, tendré riqueza, si yo soy positivo, atraeré “suerte”, si yo soy humilde, sabre que no estoy solo, si yo soy feliz, habré aprendido a jugar, si yo soy lo que soy, sólo así podré agradecer.

Creemos que somos desafortunados porque buscamos culpables de nuestro infortunio. No nos damos cuenta de que somos nosotros los que atraemos los eclipses de nuestros días. Somos nosotros los que apagamos la luz y quedamos a oscuras, para tropezarnos con nuestras propias trampas. Somos nosotros los culpables de nuestra pobreza espiritual.

Preguntar: ¿Dónde está Dios? Es como preguntar: ¿Dónde estamos nosotros? ¿Dónde estoy yo? Dejémonos de niñerías, porque llegará un día, en nuestra adolescencia, que una voz en tono fuerte nos dirá: “déjate de tonterías, el “Niño dios” no existe, es tu papá”, o lo que es lo mismo: “Deja de pedir al dios de afuera, asegúrate que tu petición llegue al Dios que está adentro de ti, tal vez, hasta seas tu mismo”.

Es cuanto

viernes, 26 de junio de 2009

Cuéntame cómo pasó


Hoy quiero hablar de una serie española de televisión llamada: “Cuéntame cómo pasó”. Tal vez alguno de ustedes ya la vio, o la esta viendo ahora. Mi comentario es que me parece estupenda y si alguien no la ha visto, se la recomiendo ampliamente (De Lunes a Viernes en el canal 230 de Cablevisión).

Hace tiempo había una serie gringa muy parecida a esta intitulada: “Los años maravillosos”, ¿se acuerdan? las dos son muy buenas, aunque la española me gusta más. Esta serie aparece desde el 2001 y se ubica en los años de 1968 en adelante. La España de Franco. Época de cambios en el mundo.

Por lo que…y sin más preámbulos, principiamos. Había una vez en el Barrio de San Genaro, en Madrid una familia de clase media, “Los Alcántara”. La componían la pareja de Antonio y Mercedes con cuatro hijos: Inés (la hippie), Toni (el rojo), Carlos (el adolescente que cuenta la historia), y la pequeña María.

Una familia como hay muchas en España y en México, que podríamos catalogarla como “normal”. Claro que es importante destacar que hay que ubicarla en esos años, lo que pasaba social y políticamente en España y en el mundo.

Antonio Alcántara el padre, rondaba los cincuentas. Delgado, canoso, es un tanto ingenuo, confiable, responsable, un buen tipo. Como cualquier hombre, con virtudes y defectos, pero… a mi manera de ver, trataba a su hijo Carlos muy represivamente. Su forma de educarlo es no escuchándolo, viéndolo como un inocente imberbe que no tiene derecho a opinar, aunque como Carlos es el tercero de la familia, esta posición lo hace no afectarle la forma como es tratado por sus padres.

Dependiendo de las características del espectador se dan las identificaciones con los personajes. Si tengo la edad de Antonio, es posible que me refleje en él, aunque también me puedo ir a mi pasado e identificarme con su hijo Carlos o con Toni o con lo hippie de Inés. Y como son tantas las situaciones cotidianas y humanas las que vive la familia Alcántara, no hay escape de permanecer impávido ante ellas.

La esposa Mercedes, “Milano”, como su marido cariñosamente la llama, para mi gusto es una mujer muy sensual, segura de sí misma, emprendedora, inteligente, tenaz, que no se conforma con ser simplemente una “ama de casa”. Muy apoyadora de su esposo y de su familia, aunque claro esta, es una mujer de aquella época, respetuosa de los preceptos de la iglesia, sin ser “mocha” como su madre Herminia.
Creo que hacen una bonita pareja, pilar de la familia Alcántara.

Los hijos reflejan a la juventud de la época franquista, rebeldes, conscientes de los acontecimientos y cambios que se avecinan. La hija mayor representa los ideales hippies de “amor y paz” y toma la decisión de irse de casa a pesar de la opinión contraria de sus padres. Es una joven inteligente, como su madre, valiente, que no se acobarda ni aún cuando la metieron a la cárcel por un error.

Su hermano Toni es un conquistador, enamorado, “no se le va una viva”. Estudio la carrera de abogado, pero ejerce el periodismo. Militante del partido comunista y valiente inconforme del régimen. Tiene un trato con su hermano Carlos muy afectuoso y considerado. Se independiza de su familia y se va a vivir a un departamento, aún antes de casarse. Se podría decir que es un buen hijo y buen hermano.

El tercero, Carlos, principal protagonista, testigo y narrador de la historia de los Alcántara. Un adolescente que ronda los quince años, edad difícil y atormentada. Enamoradizo como su hermano Toni, que vive en orden de importancia: la sexualidad, los amigos, la búsqueda de ideales y valores y la familia, entre muchas otras cosas más.

Por último la pequeña María, de escasos tres años, cuyo papel lo interpreta con una naturalidad y frescura que deleita y sorprende.

Claro, la familia Alcántara, esta rodeada de más familiares y amigos que hacen grata su estancia en el Barrio de San Genaro. Las reuniones en la cantina familiar, en donde los vecinos se deleitan con las botanas de “Paquita”, la sobrina provinciana de los Alcántara. La carcacha abandonada donde los adolescentes se pasan horas arreglando el mundo. La boutique de Mercedes que después pasa a ser una estética unisex. La imprenta que se convierte en cooperativa en donde Antonio es Gerente y socio. El periódico en donde trabaja Toni, en fin, las tomas en blanco y negro a veces en sepia, de los acontecimientos de la España de esos años.

Y podría pasarme un buen rato, contándoles anécdotas de la familia Alcántara, pero, mejor vean la serie.

Es cuanto

domingo, 17 de mayo de 2009

Antes el Chupacabras, ahora la Influenza


¿De qué les puedo hablar hoy, mis fantasmales lectores imaginarios?
¿Del Chupacabras y la Influenza? ¿Del virus porcino o de lo rico que saben las carnitas? ¿Del G-7 y el complo que dice el Peje? ¿Del miedo a las plagas y los 7 pecados capitales? ¿Del tapabocas que no sirve y del taparrabo que sí tapa? ¿De que debemos orar, o la ira de dios se desatará sobre nosotros? Son tantos temas y a la vez tan pocos que vale la pena un poco de silencio.

Ya la población se ha hecho experta en virus desconocidos. Hablan como todo un Secretario de Salud, ó como todo un experto epidemiólogo, sabedores de la verdad y de la neta divina. Ven tanta televisión y noticieros que repiten incesantes las últimas noticias. Por muchas semanas no había otro tópico que la Influenza Porcina, ahora humana AH1N1. Las próximas elecciones para diputados no eran de interés, bueno, aunque la verdad nunca lo han sido, pero ni las narcoejecusiones ocupaban las primeras noticias.

Aunque el bum de la influenza esta cediendo, y los tapabocas ya no son tan vistos por las calles, sigue el virus del miedo rondando por las mentes ignorantes del mundo, bueno, la verdad no se si del mundo, pero de México sí.

Cada vez es más notoria la incapacidad de las autoridades de no poder ocultar sus deficiencias.
¡Ahora sí, las escuelas limpias!, y ¿antes no?
¡La población debe lavarse las manos constantemente!, y en algunos sectores de la población, ¿adónde consiguen el agua?
Tantas contradicciones que ya la gente empieza a dudar, no que dude de la existencia de la influenza, sino de sus autoridades.

Creo que esas dudas son buenas, porque hacen despertar conciencias. Dejemos que el silencio de la reflexión aparezca y resuelva las incógnitas virulentas del torbellino mundial.

¡Unidos podemos caminar mejor!

Es cuanto.

sábado, 9 de mayo de 2009

No se lo vayas a contar a nadie


No le vayas a contar a nadie, pero hoy, deje de necesitarte. Ya no espero que me contestes para saber que ahí estás. Ya ni siquiera reviso mi buzón que me dejaba saber de ti. Ya no me importas, por mí, te puedes morir, porque a fin de cuentas, yo te di la vida.

¿Me preguntas qué, cómo pasó?
No lo sé de cierto, simplemente aprendí a ya no quererte. Nunca me ha gustado depender de nadie, y menos de ti. Hoy amanecí más ligero, más libre, más yo. Hago lo que me place y no espero que tú lo critiques, ya ni tus elogios me importan.

Es como un diario, cómplice de aventuras y secretos. Un diario personal que no comparto con nadie, ni con los que a veces quisiera compartir. Una reflexión en voz alta que alimenta mi consciencia. Un túnel secreto que me invita a recorrerlo de vez en vez, cuando necesite escucharme, cuando necesite leerme.

Ya no te quiero compartir más mis besos, ni mis abrazos, ni mis lágrimas que alguna vez yo te di. Seré a partir de hoy, ya no tuyo. No sé si llegó a ser una posesión, ó tal vez sólo lo imagine. No importa, ya no estás en mi espera.

Al escribir, dejaré sentir mis caricias volátiles libres. No sabré, ni con el contador, si llegaron a algún lugar. Podré creer que llegaron a algunas estrellas lejanas, algún asteroide perdido, algún extraño invidente, no lo sé, porque he dejado de querer saberlo. Simplemente seguirán saliendo sin destino, sin rumbo, sin nombre y tal vez los fantasmas se encarguen de llevarlos al mundo de la nada, y con ello estaré meramente complacido.

Ya te lo he dicho, pero no se lo vayas a contar a nadie: hoy deje de pensar en ti. Me veo menos exigente, pero no por eso menos claro y menos comprometido. Seguiré diciendo lo que hasta hoy he dicho. Hablaré sobre la necesidad de reflexión que hoy veo como urgente. Es un grito a la consciencia, una llamada de atención a tu apatía, un señalamiento gratuito a tu dormido interés.

No importa que no te llegue, no importa que no lo veas, el haber nacido mantiene una energía vital en el ambiente que no puede, ni extinguirse ni cambiarse. Si yo la cree reflexiva no puede terminar en una idiotez.

Por eso quiero seguir lanzando invitaciones de reflexión a la consciencia,
sin esperar que alguien me conteste. Por hoy, es todo lo que quiero decirte, y nuevamente te digo: no se lo vayas a decir a nadie.

Es cuanto.

martes, 5 de mayo de 2009

“EL COLOR DE LA NANA-JAI Y LA EDUCACIÓN DEL PUEBLO HNÄHÑÚ”


Hoy y después de un lapso de casi dos meses de no estar presente por esta ventana bloguera, vuelvo a las andadas de la reflexión. Les hablaré, mis fantasmales lectores imaginarios, de: “EL COLOR DE LA NANA-JAI Y LA EDUCACIÓN DEL PUEBLO HNÄHÑÚ”. Se preguntarán, y con toda la razón, que es eso que suena tan, tan… originario. Es el título de la tesis doctoral de un querido tío (José Edmundo Miguel Agustín García y Olvera) de por allá de la tierra purépecha de Querétaro.


En ella nos narra la experiencia vivencial con los Pueblo-Nación de Abya Yala (America) y en especial con el Pueblo Otomí del Valle del Mezquital (Pueblo- Nación Hñähñú). El descubrir como su educación está en armonía con la naturaleza, dándose con profunda espiritualidad alrededor del “Fogón” del hogar.


También nos cuenta del cariño a la Nänä –Jaí (Madre Tierra), y de los cosmo-cimientos atávicos de los originarios. Nos cuenta como en la educación de los pueblos ancestrales todo gira alrededor de la vida, de la vida en armonía. Del amor y respeto que ellos han tenido siempre con la naturaleza, la Nänä-Jaí. Madre Tierra. El valor del aprender haciendo, de la experiencia y vivencia. De la sabiduría de los ancianos. De los secretos de los curanderos en torno a las propiedades de la flora y los beneficios de la fauna. Del cómo despertar y vivir la solidaridad y contra-restar el individualismo que se nutre de la competencia.


Nos expone cómo el Sistema Educativo Nacional maneja un proyecto que excluye, que discrimina, que margina, soslayando la sabiduría y riqueza de los pueblos originarios. Sistema “diseñado no para formar ciudadanos, sino para entrenar siervos” (Juan Malda).


Y nos sigue contando muchas historias y anécdotas que sería interminable de narrar, sólo quiero no dejar en el tintero dos cuestiones importantes: Una es tomar algunos fragmentos de los comentarios sobre la tesis que la Dra. Jacqueline Zapata M., Sinodal Presidenta expuso.


Habla la Dra. Zapata sobre la tesis: “Es una tesis que desde el principio entreví como un rayo de luz, de luz férrea, tan radiante como el sol. Una tesis que pinta, que revela el color de la tierra, que en su tejido muestra sutilmente lo que es, una oda a la tierra, a la tierra otomí, a la tierra de Abya Yala. Un texto que le honra, que rinde culto a esta tierra. Y así un canto a la morada que es don, a la casa que nos ha sido dada – lo cual por principio cabe agradecer, opción tan propia del pueblo Hnähñú”.


Y continúa la Dra. “Estimado Mtro, al oír el sonido de las letras, el decir procedente de las palabras de su tesis, me ha parecido que quería dejar escuchar lo inaudible – en el México, hacer ver lo no visible en lo visible. De ahí su crucial lucha con los epistemicidios y con el poder que tienden a enarbolar. De ahí su lucha convincente con la penuria instruccional, en la cual se pretende por sistema, por oficialidad aún sujetar a un pueblo que no lo requiere, porque no es necesario, sino, lo otro, esto es, es sencillamente libertario”.


También, nos habla de la educación del pueblo otomí: “Una educación que cual creación poética, deviene poema, poema de amor, luz de sol. Luz de amor, del amor que es verdad, bondad, belleza sin par. Una educación que cual trazo de sabiduría – que no de epistemología, como gusta Ud. exaltar, Mtro. Miguel – no se da por lo ya sabido o aprendido, porque nunca es punto de llegada, siempre punto de partida.


Y finalmente habla sobre el Mtro. Miguel: “Su lucha – a través de la palabra – sí que ha sido tenaz y esto en un sentido – justo es decirlo esperanzador. Es la lucha de un creador, de un poietai, cuya tarea es tan inocente como riesgosa. Riesgo que no obsta para comprometer toda su vida. Mtro. Miguel, me parece que eso es lo que es Ud., un ser humano comprometido con su tierra, responsable por el ser del otro, del hermano, del congénere…”


La otra cuestión importante que quiero comentarles, además de quedarme gratamente impresionado por la poética respuesta de la Dra. Jacqueline, es decirles mis impresiones, no como juicios u opinión racional, sino dejar hablar a mi alma:


… en el transcurso de la presentación doctoral poco a poco fui dejando de pensar, inclusive deje escapar dos que tres lágrimas que acompañaron la emoción de mi tío. Oí con mi corazón atento el canto del pueblo otomí, saber su amorosa educación alrededor del Fogón que reafirma su cosmo – ser. Hogar otomí donde el fuego simboliza la luz que ilumina el camino de la vida y el calor que mantiene vivas las tradiciones orales. Se oyó para el Mtro. Miguel el mote de: Tlamatini.


Por último, termino compartiendo de los pueblos originarios su grito reivindicador: ¡NO MAS UN MEXICO SIN NOSOTROS!

Es cuanto

domingo, 15 de marzo de 2009

¡Los Viajes Ilustran!


Por fin me encontraría con mi hermano en la explanada de la Alhóndiga de Granaditas. Habíamos estado hablándonos por el celular pero no coincidíamos. O el estaba en León o yo estaba visitando lo tradicional de la ciudad de Guanajuato.

Poco nos vemos, tal vez unas dos veces por año y nuestra comunicación se ha convertido en un simple y frío vínculo cibernético y telefónico. No hay como el abrazo fraterno de palmadas que dicen te quiero, y ese mirar más allá de los ojos, hasta casi los afectos y esa cercanía que mide las expresiones que salen de la emoción.

Claro que el celular es muy útil, tal útil como para que se faciliten los encuentros…
Suena el mío, ¿Dónde estás?, Ya estoy en la Alhóndiga.
Rastreo visualmente el panorama y rápidamente doy con el. Pero no fueron mis ojos los instrumentos para hallarlo, fue la energía que percibí.

Es como dejarse ir, sin pensar, sin utilizar mucho los sentidos. Dejar que la intuición o el instinto funcionen. Estaba ahí, a un costado de la Alhóndiga, con el celular pegado al oído, con una sonrisa que no le pude distinguir por la distancia, pero sabía que sonreía.

Tantas veces me han dicho que la “sangre llama”. Que el haber nacido y crecido de la misma familia crea vínculos y afectos. Distingue los extraños, de los cercanos consanguíneamente. A veces no lo he creído tan de cierto porque podemos referirnos también a los afectos de amigos y parientes escogidos. Pero hoy, en la Alhóndiga, con cientos de personas extrañas, yo sabía exactamente donde se encontraba mi hermano.

Nos acercamos y con un abrazo, refrendamos nuestros afectos. Fuimos a comer, paseamos por el mercado, nos intercambiamos información pendiente y al final, en una alegre plazoleta, nos despedimos.

Un encuentro breve a la distancia, que me enseño apreciar, no se si fue su soledad, su tristeza o tal vez su alegría. Lo vi tan de cerca, como tan de cerca se puede ver el alma. Lo toque, empatice su alejamiento y me hice amigo de su andar distante.

Que inconscientes frecuentemente somos, que dejamos de caminar saboreando la miel de la vida. Sin darnos cuenta de los detalles que nos hacen ser lo que somos. Estar en lugares en donde, antes o después, suceden cosas muy significativas e importantes.

Como por ejemplo, recordar que en la Alhóndiga de Granaditas estuvieron colgadas. Si, ¡Colgadas!, para exhibir los símbolos del poder, durante 9 años y 8 meses las cabezas de cuatro hombres que lucharon por la independencia de México: Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Jiménez.

Me preguntarán mis fantasmales lectores, ¿Qué tiene que ver el suceso histórico de las cabezas colgadas en la Alhóndiga con el encuentro con mi hermano. Pues nada. Pero salió a colación el estar concientes de nuestro andar. De no caminar como idiotas por la vida, como turistas típicos que sólo ven lo que les dejan ver. Dejarse sentir el respeto y la admiración por la lucha de algunos hombres. Dejarse sentir la filiación amorosa por algunos cercanos.

Como por ejemplo, otro detalle vivido en mi viaje a Guanajuato, fue cuando estábamos en el Callejón del Beso, si, ese callejón angosto donde los niños autóctonos cuentan la historia de Romeo y Julieta guanajuatense. La del amor de Carmen, rica española, con Carlos, minero pobre. Por la corta distancia de sus balcones, se besaban a escondidas de sus padres. Una noche, ¡chin, que los cachan!, y el padre de la doncella, con una daga española, mata a su hija delante del novio. Shakespeare también lloró esa noche.

Pero a lo que voy, es ver a la gente en ese lugar. Van muchos chavos de primaria y secundarias en visitas guiadas. Aprovechan para besar públicamente a la novia o al novio, cuando son heterosexuales y a la pareja, cuando son homosexuales. Se vive un ambiente de relajo, ¡Que importan las leyendas! Lo importante es sonreír y besar. También, gozar con porras y gritos el beso prolongado de dos viejitos enseñando la pasión. ¡Eso es un beso y no chingaderas…!

Por hoy, mis queridos lectores imaginarios, solo me resta decirles que: ¡los viajes ilustran!, viajemos pues. Saludos, y ¡Viva Guanajuato!

viernes, 20 de febrero de 2009

¡Quememos las Burkas!


¿Qué decir de las mujeres en el Régimen Talibán de Afganistán, de antes y quizás hasta de ahora? ¿Qué se sentirá ser mujer ahí adentro de su burka? De por sí, que las mujeres en el mundo, viven en un sistema dominado por los hombres, allá, en esas tierras, pasan a ser tratadas, peor que animales.

Pareciera que sólo son féminas escondidas que deambulan por los caminos polvosos de esas calles destruidas por la guerra y la pobreza. Fantasmas que esconden su ser, porque para ellos y PARA ELLAS, lo que son, no puede verse a los ojos de la “decencia” y la permisividad social.

Costumbres, creencias religiosas, “formas de vivir”, formas de esconder. Esconder lo que para algunas religiones es pecado: El cuerpo, sobre todo el femenino, que es el pecado mismo, según ellas. Sé casi nada de las costumbres en Afganistán, pero creo que los humanos tenemos rasgos comunes en general, sin importar el origen étnico. Las mujeres, son mujeres aquí, en Afganistán y en cualquier parte del mundo. Quiero decir con esto que no creo que las mujeres talibanes sean como las extraterrestres mujeres, ¿Verdad? Claro que el territorio marca y determina nuestro pensamiento y nuestro actuar, pero son esos rasgos comunes los que nos hacen ser humanos. Pero con los Talibanes se observa la ignorancia de un mundo, que de un lado machista y misógino actúa “dominando” y del otro, las “dominadas”, las que visten con su burka.

La ropa marca la moda, cubre el pudor, protege del clima, establece un estatus, define características culturales, marca libertades y enclaustros. La ropa habla por sí misma, pero también a veces calla.

La piel necesita que la acaricie el sol y el viento. Los cuerpos nacieron para tocarse, para acariciarse, a veces hasta para dejarse ver. Por eso amo a Dios, porque Dios es un cachondo. Dios creo el cuerpo, y a éste le puso el ingrediente del placer. Nuestra naturaleza humana es más que corpórea, pero corpórea al fin.

Te voy a compartir, lector imaginario, algunas de las restricciones impuestas por el régimen talibán a las afganas, según la denuncia de la Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán (RAWA):

- Las mujeres sólo pueden trabajar en su casa.
- Cualquier actividad que hagan fuera de su casa debe ser acompañada por un pariente cercano (padre, hermano o marido).
- No pueden ser atendidas por médicos hombres.
- No pueden estudiar en ninguna institución educativa.
- Tienen que vestir obligatoriamente un largo velo (burka – no de colores vistosos), si no lo hacen serán azotadas.
- Lapidación pública a mujeres acusadas de mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio.
- No se pueden pintar las uñas, si lo hacen, pueden amputarse los dedos.
- No pueden hablar con ningún hombre que no sean su mahram (pariente cercano).
- Un hombre no debe oír los pasos de una mujer (tacones).
- No puede practicar deporte o entrar en cualquier centro o club deportivo.
- No puede lavar ropa en los ríos o lugares públicos.
- No pueden asomarse a los balcones de su casa. Las ventanas tienen que ser opacas, para que desde fuera no puedan ser vistas.
- Las mujeres no pueden ser fotografiadas ni filmadas.

Pero, en esta forma ignorante de sociedad, los talibanes también tienen restricciones que imponen a los hombres, claro no son tan duras como a las mujeres.

Que más les puedo decir… ¡Quememos las burkas!

domingo, 8 de febrero de 2009

" El Niño con Pijama de Rayas"


Nuevamente les hablaré a mis lectores imaginarios de una película. Una película con un final paralizante, escalofriante, que nos deja de una sola pieza, simplemente mudos y obligatoriamente reflexivos.

La historia nace en la novela de John Boyne – The Boy in the Striped Pyjamas - acerca de una visión sobre el holocausto, sobre los campos de exterminio de Auschwitz, sobre las cámaras de gas, sobre la segunda guerra mundial. Una historia más acerca del lado oscuro de la humanidad.

El contrapeso, dos niños de entre 8 y 9 años, en un campo de exterminio, con una diferencia que no influye en sus destinos: Un niño judío que vive dentro (Shmuel- protagonizado por Jack Scanlon). El otro, un niño alemán (Bruno – Asa Butterfield) que vive fuera de la malla con púas. Los une la inocencia infantil preñada de amistad.

Mark Herman capta en su película la voz dramática de John Boyne y le da sentido a través del grito desgarrador de la madre del niño alemán (Vera Farmiga).

A diferencia de la película de Roberto Benigni: La vida es Bella, en la que el padre (Guido) va llevando a su hijo (Jhasua) a un juego en el que sólo ganará si no se deja ver por los “gruñones” guardias alemanes, en un campo de concentración. El ganador recibirá un tanque de guerra. El padre fabrica en la imaginación de su hijo, la historia. En la película: el Niño con Pijama de Rayas la historia nace de la inocencia de los niños.

A los mayores les ciega el deber y la patria. Los ascensos del jefe de familia en la milicia nazi, representados en fiestas familiares de gran pompa. La esposa, orgullosa de su marido, lo sigue ciegamente, sin darse cuenta del engaño. Engaño que le destrozará desesperadamente los principios y valores del éxito. Perderá, no sólo a un hijo. Perderá más que todo, hasta quedarse en un vacío, que es probable que sólo lo supere con la locura.

viernes, 6 de febrero de 2009

" Te acuerdas de..."


¿Se acuerdan mis queridos lectores imaginarios que en mi último post les conté acerca de una viejita que no quiso participar e instigó a varias a no entrar al taller? Pues ahora y aún sin ellas, la sesión pasada fue alegremente rememorativa.

Si, nos fuimos directamente a los recuerdos. Mis alumnas no se acordarán de lo que hicieron en la mañana, pero… son expertas de lo que vivieron hace muchos, muchos años atrás.

Y los papelitos empezaron a pasar. El primero decía:
¿Te acuerdas cuando zurcían las medias?
¡Claro, como no! dijo la viejita en turno. Con un vaso, una aguja, expertes y buena vista, había personas que se dedicaban a arreglar las medias.

¿Con un vaso? Levante la voz, ¿No lo hacía con un huevo?
No, me contestó sonriendo burlonamente por mi ignorancia. Con un huevo, que regularmente eran de madera o de mármol, se zurcían los calcetines.
Cierto, corregí sonrojado.

Y prosiguió su cátedra sobre el zurcido… Antes, las medias eran muy costosas y no las hacían de “useseytirese” como las de ahora.
Un nuevo comentario entró al ruedo de otra participante:
…me acuerdo de la raya de atrás de las medias.
¡Uy!, dije para mis adentros recuerdos lujuriosos, esto si que se está poniendo bueno.
Estas rayas se pintaban en la parte posterior de las piernas.
¡Cómo! Volví a levantar la voz, ¿Qué no eran parte de las medias?
No, me dijo la viejita. Con mucho cuidado se pintaban con un pequeño pincel.
Yo quiero ser pintor, pensé, continuando con mi desatada lujuria interna.

Antes, inquirió otra senil participante, no había pantimedias, las medias de sujetaban a una liga o liguero.
Síganle, síganle, queridas expertas en zurcidos.
Y de pronto, mi compañera gerontóloga sacó la segunda tarjeta.
¡No me hagas eso, por favor!, no me cortes la inspiración, me dije a mi mismo.

¿Te acuerdas de los tranvías de antes? Se le preguntó a la segunda participante.
Claro, unos venían del centro, otras iban a Mixcoac, recuerdo que eran muy ruidosos.
Interrumpió un caballero participante: Recuerdo que me iba de mosca en la parte trasera de los tranvías y cuando se percataban de mi presencia, me golpeaban los nudillos para que me soltara.
¿Con el tranvía andando?, le pregunte.
Claro, éramos tremendos de chamacos.
Corregí mi preocupación, por el daño que se pudieran causar con esa caída, porque me imaginé que la velocidad de esos tranvías no era la misma que la del tren bala. Ji, Ji, reí socarronamente para mí.
Una alumna un poco más senil que las otras, agregó: Y también había tranvía de mulitas.
Que tierno comentario pensé, casi ya llegamos a los comienzos del mil novecientos. ¡Que viaje imaginario tan ilustrativo!

Y vino la tercera tarjeta.
¿Te acuerdas de las avenidas con camellón?
Y los comentarios entraron a tropel. Si recuerdo la de Cuauhtémoc. La de Bucarelli, la de Reforma, la de Coyoacán.
Y otra más: ¿Se acuerdan del Regente Uruchurtu?
Y más: ¿Se acuerdan de las serenatas?

Y el suspiro de las damas no se hizo esperar.
¡Siiiii!, me acuerdo de mi primer novio, de las serenatas que me llevaba mi esposo, que en paz descanse, que románticas eran. Y a sus caritas se les iluminaron amplias sonrisas.
…“Despierta, dulce amor de mi vida…”. Largo rato nos quedamos con esos recuerdos. Unas lo hacían participe, otras sólo lo lloraban, las menos, se quedaban mudas pensando en aquellos tiempos…

Y la hora llegó a su fin. Los recuerdos volverían a guardarse en la lúcida memoria longeva de los protagonistas. Las lágrimas intrusas se irían a dormir, para dejarle paso nuevamente a los silencios, a la rutina, a la realidad presente de los olvidos…

martes, 3 de febrero de 2009

"Yo creo que es porque no quieren pensar..."


En estos, poco más de tres años, he aprendido muchas cosas de los adultos mayores, principalmente de mujeres jóvenes de la tercera edad. Muy de cerca los he visto llorar y reír, tan cerca, que a veces sus lágrimas se confunden con las mías. Tan cerca, que las risas se oyen a dueto. Mis oídos se han hecho muy receptivos a sus historias, a sus necesidades. Y mis hombros han servido de apoyo a sus angustias.

También me atrevo a creer, que en algunas ocasiones, sus fantasías se han visto representadas en sus húmedos sueños, con despertares juguetones y atrevidos. Pero todo se vale, en el mundo onírico de las sombras, en el mundo real de los atardeceres.

He conocido, tanto gente que apenas estrena su credencial de “ancianidad prematura” del INAPAM, (antes INSEN), como longevos de más de cien. Dos mundos distantes con la misma credencial, pero con realidades, que los hacen hasta incompatibles. Por eso, hablar de adultos mayores, no es hablar de una condición humana que los agrupa, es referirse a una simple cronología de años vividos, que hace muy compleja su apreciación.

A diferencia de los factores comunes de los niños y adolescentes, incluso de los adultos jóvenes, los adultos mayores comprenden tantas diferencias, como ángulos queramos ver. Frases simplistas como: “todos los hombres son iguales”, “las mujeres son difíciles de entender”, “los mexicanos son…”, o refranes deterministas como: “Árbol que crece torcido, jamás su tronco endereza”, nos hacen perder de vista las diferencias. No podemos sumar manzanas con peras, aunque ambas sean frutas.

Aprendamos a observar el toque personal que nos distingue. La educación se torna de masas y cuando alguien se sale de los estándares, lo catalogamos como desadaptado.

Pero volviendo al asunto de los adultos mayores, es necesario distinguir peculiaridades que los agrupan. No todos los adultos mayores son seniles, ni todos son incapaces para hacer equis cosa, ni todos cuentan con una gran experiencia y sabiduría, ni todos son un estorbo. Claro que para comprenderlos no tenemos que hacerlo con cada uno de ellos. Podemos agruparlos por características comunes.

La edad y condición física son importantes. Por ejemplo de 60 a 70, muchos conservan energía y fuerzas para valerse por sí mismos. Yo los llamaría: Jóvenes de la 3ra. edad. La seguridad de una pensión digna, les trae tranquilidad en sus vidas, de otra forma sólo angustia y desasosiego. El contar con un espacio propio para vivir, les proporciona la calidez de un hogar, los que no lo tienen, viven en el desamparo. Los asilos, albergues y residencias, los hacen extraños de sus terruños. El contar con una familia cariñosa y comprensiva, los hace sentirse incluidos y aceptados, los que no, son huérfanos seniles. Las enfermedades son compañeras dolorosas e indeseables de su andar, en cambio la salud, les ayuda a caminar erguidos.
Las actitudes les marcan su camino, si es positiva la risa les acompaña, si es negativa su andar es sombrío y triste.

De 70 a 80 años, se forma a veces un espacio para que quepa la adaptabilidad, sabiduría y tiempo de revisión. No tienen que caminar tan rápido como los jóvenes, la lentitud les da sobriedad.

Después de los 80, empiezan las traiciones. La fuerza, las rodillas, los pulmones resollan de gordo. El cuerpo respinga y se niega a veces a seguir el juego de la vida… pero, la función tiene que seguir, y algunos se acostumbran a sus dolores y los hacen de su cotidianidad.

En fin, hay de todo en este tema tan joven de los adultos mayores, que les contaré una anécdota, de la residencia en la que doy un taller de Desarrollo Humano.

Un martes, como todos mis martes por la tarde, llegue a la residencia y varias señoras ancianas estaban plácidamente sentadas en una sala anexa al salón en donde doy la clase. Salude cariñoso como todos los martes y las invite a pasar al salón. Una de ellas, con cara de malos amigos lidero la decisión y se negó a moverse. Pero no solo ella, como cinco señoras que estaban ahí, también se quedaron inmóviles. La líder impávida las miraba sosteniendo sus voluntades y retando mi invitación.

En fin, pase al salón y abrimos el taller con pocas señoras entusiastas. Les pregunté si ellos sabían el por qué de sus compañeras de no querer participar. Y una de ellas me contestó: “Yo creo que es porque no quieren pensar…”

Efectivamente, hay algunos adultos mayores que no quieren pensar, que no quieren reír, en pocas palabras que no quieren vivir, aunque también se dan en otras edades. Pero afortunadamente en mi grata experiencia con adultos mayores, la mayoría me han sorprendido gratamente con su entusiasmo y ganas de participar con la vida. Por eso, mis amigos y amigas, hay Desarrollo Humano para rato. Gracias.

miércoles, 21 de enero de 2009

"...Y LA HISTORIA NOS JUZGARÁ"


El 23 de Junio de 1867 el cadáver del Archiduque Maximiliano, Emperador de México, era embarcado en la misma fragata Novara que tres años antes había sido testigo de su sueño imperial.

A las 11:30 de la noche del día 14 de Junio fue pronunciada la sentencia de muerte de Maximiliano. El Presidente de la República Licenciado Benito Juárez, dijo: ¡Ahora o acaso nunca, podrá la República consolidarse! Se le negó el indulto y sólo le fue concedido tres días más de vida.

El día 18, la princesa Salm de rodillas ante el Presidente Juárez imploraba piedad para Maximiliano. (Quién había de decir, que en 1816 un muchacho de 10 años, calzón blanco, guaraches, gabardina de chomite, cuidaba en la cierra de Ixtlán a las vacas, hablaba zapoteca y no conocía el idioma castellano, llegaría a ser Presidente de la República y que a sus pies se postrara suplicante una princesa europea).

A las 7 y cinco minutos de la mañana del 19 de Junio, fueron fusilados en el Cerro de las Campanas de la ciudad de Querétaro, Maximiliano, Miramón y Mejía.

Recordando como se inicio ese sueño imperial, el 3 de Octubre de 1863, nos ubicamos en el gran salón del Castillo de Miramar en Trieste, donde 10 mexicanos (conservadores mochos, monárquicos, adinerados, acomplejados, extranjerizantes, cobardones) y la jerarquía eclesiástica, formaban la comisión que ofrecía la Corona de México a Maximiliano.

Urgidos siempre de que alguien viniera del exterior y los salvara de pensar y vivir por su cuenta, de asumir los riesgos de apasionarse por un país que tendrían que vivir como responsabilidad propia. Un país que se aferró a una concepción sufriente, limosnera y dadivosa de la Divinidad, postergó su felicidad para la otra vida y se resignó a una existencia de docilidad, mansedumbre, aguante, refunfuño y dios dirá y dios mediante y dios quiera y cuando dios amanezca.
Estos dizques mexicanos necesitados de que algún príncipe extranjero los aliviase de ser libres, de ser maduros y de sentirse mexicanos.

Carlota Victoria Clementina Leopoldina, Carlota de Bélgica, esposa de Maximiliano le animó a que aceptara el título de emperador que le daría el nombre de Maximiliano I, sin imaginarse que tan solo tres años después, esa fatídica decisión los llevaría, ella a la locura y a su marido a la muerte.

Los gastos que originaron las recepciones en Veracruz y México fueron $115,348.41. Entre los primeros decretos que expidió Maximiliano fue asignarse un sueldo de millón y medio de pesos anuales y a la Emperatriz 200 mil pesos. El 18 de Julio fue reformado el escudo mexicano en donde el águila quedo dentro del escudo imperial.

Y todavía nos preguntamos, por qué el Presidente Juárez mando fusilar a Maximiliano.
Por último quiero invitar a la reflexión con unos párrafos de la carta que Juárez envía a Maximiliano el 28 de Mayo de 1864:

“Me dice usted, que abandonando la sucesión de un trono de Europa, abandonando su familia, sus amigos, sus bienes y lo más caro para el hombre, su patria, se han venido usted y su esposa Doña Carlota, á tierras lejanas y desconocidas, solo para corresponder al llamamiento espontáneo que le hace un pueblo que cifra en usted la felicidad de su porvenir.

Admiro positivamente, por una parte, su generosidad y, por otra parte, ha sido verdaderamente grande mi sorpresa encontrar en su carta la frase llamamiento espontáneo, porque ya había visto antes, que cuando los traidores de mi patria, se presentaron en comisión por sí mismos en Miramar, ofreciendo á usted la corona de México, usted no vió en todo eso más que una farsa ridícula, indigna de ser considerada seriamente por un hombre honrado y decente.

Yo he sufrido, francamente, una decepción: yo creía á usted una de esas organizaciones puras, que la ambición no alcanzaría á corromper.

… el traidor ha sido guiado por una ambición de mando y un vil deseo de satisfacer sus propias pasiones y aun sus mismos vicios; ¿Es dado al hombre, señor, atacar los derechos ajenos, apoderarse de sus bienes, atentar contra la vida de los que defienden su nacionalidad, hacer de sus virtudes un crimen y de sus vicios propios una virtud? Pero hay una cosa que está fuera del alcance de la perversidad, y es el fallo tremendo de la historia. Ella nos juzgará”.

Soy de Ud. Atento y seguro servidor

BENITO JUAREZ

martes, 13 de enero de 2009

Recuerdos de una tarde en mi ataúd


Hace dos días me encontraba en mi ataúd, tratando de morirme.
Muy quieto, con mis brazos cruzados sobre el pecho y una silenciosa respiración.
Era oscuridad casi total, sólo mi conciencia presente, como una pequeña flama, irrumpía su reino.
Sí, deseaba esa oscuridad de muerte, esa real y majestuosa muerte que me ayudara a morir.
Con ropas negras como testigos acompañantes, viajarían conmigo en mi viaje y serían los atuendos de mis huesos y de mi alma.
Muerto estaba ya y sólo me encontraba.
Mi conciencia había salido a su propia muerte y me dejaba sólo con la mía.
Negro total, paz total, muerte total, vivía yo en mi ataúd.
Era ya parte de la nada.
Nada había conmigo ni yo mismo estaba ya.
Huecos oscuros y silencios sin tiempo cantaban juntos mi muerte.
El tiempo moría conmigo, mis negras ropas, mis sueños oscuros, mis lágrimas negras, mi conciencia amiga y enemiga moría necesariamente a mi lado.
Como amantes moríamos de la mano juntos.
Mi eterna conciencia me dejaba, me dejaba morirme sólo, para que ella muriese después, un segundo después.
Como Romeo y Julieta en la tumba de Shakespeare.
Y continuaba mi muerte como fiesta interminable de continuos silencios olvidados y solos.
Muerte real ahora era mi muerte de siempre, mi muerte cotidiana de todos los días moría por fin. Esa sí era una muerte seria, no chingaderas de muertes inconscientes de vida.
Muerto todavía seguía esperando, esperando, esperando…

A lo lejos se oían voces mundanas que me buscaban.
Sin darme cuenta de que existieran aún, abrí mis ojos en la oscuridad, y pude ver el Sol.
Mi cuerpo nuevamente yo sentía, y veía mi conciencia como una bella mujer que me sonreía.
Se acercaba majestuosa, y tiernamente me abrazaba y con ese abrazo se perdía en la inmensidad de mi alma.

Conciencia mía nueva vida corría,
sangre viva me nacía en mis venas
y mis ojos podían ver lo invisible.

Despertaba de un sueño de vida o de muerte, no lo sé, pero despertaba al fin.
Y a mi lado mi conciencia estaba nueva conmigo.
Ambos renacidos volvíamos con la naturaleza otoñal que habíamos dejado dormida, y ahora el otoño estaba cubierto de colores amarillos, naranjas y rojos bajo el Sol.

Mi piel recobraba su color y nuevamente percibía el calor de la vida.
Y recuerdo que lloré, gustoso de volverme humano otra vez.
Regresaba para comenzar mi reinado, después de haber visitado la muerte, amiga sabia de viajes oscuros.

Era ya el hoy del ayer que siempre debió haber sido.
Era y es mí hoy y siempre mío.
Es mi renacer y mi olvido, de lo que ayer como testigo,
se murió hace dos días en ese ataúd, que no era mío.

viernes, 9 de enero de 2009

El Diván


Hace días un buen amigo me contó que fue a ver a un psicoterapeuta y ésta fue la historia:

-Hola doctor, buenas tardes.
-Que tal, Sr. González, pase usted. Tome asiento en el diván.
Y dígame, ¿En qué puedo servirlo?

-Pues mire doctor dentro de siete días es mi cumpleaños y me he estado sintiendo triste, decepcionado, desubicado, perdido… vacío. Volteo atrás y veo un pasado desordenado, caótico. En mi búsqueda interna, no le encuentro sentido a esa forma tan atropellada de mis experiencias. Tengo que ordenar mis pensamientos para saber que sigue. Para encontrar la forma de hallar rumbo.

-¿Y desde cuando se ha sentido así?
Desde… que tenía como… diecisiete años, creo que desde que iba en la prepa. Aunque esta situación en especial se ha dado desde mi divorcio. Antes en mi adolescencia me sentía muy solo. Ahora en mi adultez me siento…como fracasado.

-Dígame, Sr. González, pero, ¿le puedo hablar de tú?
-Sí claro, no hay problema.
-Dime Felipe, ¿Qué es sentirse fracasado?
-No sé, no tener una posición acomodada, estabilidad. Veo a algunos de mis amigos con éxito y me comparo con ellos.

-Pero, me estas hablando de tener, te pregunte cómo sientes tu fracaso.
-Mmm… me siento que todo lo que he hecho en mi vida, no ha sido muy satisfactorio.
-¿Te sientes insatisfecho? Pero ¿en todo?
-Bueno, no en todo. Hay cosas muy padres.

-Cuéntame de esas cosas padres
-Cuando adolescente dude de la elección de una carrera. Intente fugazmente con la Ingeniería. Incursioné en la Contabilidad y posteriormente en la Mercadotecnia. Y luego, se atravesó en mi vida los aspectos humanistas, la Psicología.

-Y cuando estabas estudiando esto, ¿Qué sentiste?
-Me encantó, sentí que eso era mi profesión. Que para eso había nacido.
-¿Y?
-Pero, mi vida estaba hecha un camote. Mis responsabilidades familiares no me dejaban desarrollarme. Me dedicaba al comercio, actividad que no me gustaba. Era como caminar sin saber el rumbo, a ciegas. Fue hasta volverme a sentir solo, cuando la reflexión entro en mi cabeza.

-Entonces, hoy, ¿tienes más claro a lo que te gustaría dedicarte?
-Sí, Me encantan las relaciones humanas, me siento muy a gusto ayudando a los demás en sus conflictos, estar cercano a sus emociones. Me siento muy satisfecho compartiendo mis conocimientos y experiencias.

-¿Existe algún impedimento, como cuando tenían que trabajar en las ventas, para que hoy, esto no se lleve a cabo?

-No

-Entonces, Felipe, ¿Qué te hace falta?

-Saber cómo hacerlo.

¿Podrías acercarte a quién sí sabe, y preguntarle?...

Por hoy, Felipe se termino la sesión, te espero dentro de ocho días.

Gracias doctor, buenas noches.

martes, 6 de enero de 2009

¡No podría soportar esa pérdida!


Hoy vi a mi viejita favorita. Los martes es día de reunión en una residencia para ancianos. Pero la sorpresa fue que su brazo izquierdo estaba entablillado y sus dedos tenían un color morado, casi negro.
¿Pero que te paso Elo?, ¿Quién te pego?
Y con la sonrisa de siempre, me contestó:
Me caí… y me empezó a contar como había sucedido.

Es una ternura de mujer, tan frágil, tan dulce, tan vulnerable, tan inocentemente anciana, tan con ganas de comerla a besos, y convertirla en mi abuela o tal vez en mi madre.

Y mientras me contaba como había sucedido el accidente, pasaron dos señoras con una preciosa bebe como de uno o dos meses de nacida. Inmediatamente mi viejita se paro, con muchos trabajos, y se puso a acariciar a la bebe con una enorme sonrisa en su rostro. Para tener una cámara en ese momento y captar a esos dos polos vulnerables de la vida en comunicación.

Y al irse la bebe, me siguió contando que en su brazo le habían aparecido venas como explotadas de colores morados, verduzcos y rojizos, diciéndome que se veía muy feo. Y en la risa y la guasa, le dije:
Yo creo que no te caíste, se me hace que te estás convirtiendo en la mujer loba.
¡Hay como eres!, me dijo nuevamente sonriendo.
Como nos reímos de la vida a pesar de esos infortunios que la amenazan sin que ella se llegue a inmutar.

Seguimos adelante con el ejercicio en el Taller de Desarrollo Humano y cada quién tenían que escoger un objeto: uno, era un muñequito de la rosca de reyes y el otro un chocolate. A los que les toco el muñequito tenían que decir que iban a dar para este 2009 y a los que les toco el otro, tenían que decir que querían pedir para este año.

Fue emotivo las respuestas de cada uno, pero llego el turno de Elo. A ella le toco muñequito y dijo que seguiría dando esa sonrisa que tan bien le sale… y de pronto empezó a llorar y a decirnos que ojala Dios le diera la oportunidad de morirse primero que sus papás, porque si no, no podría soportar la perdida. Mis queridos lectores, Elo tiene 92 años…

Terminamos con un apretón de manos y un solidario apoyo a su tristeza, esa tristeza imaginada que sólo está en su mente, pero que también de vez en cuando, aparece en su corazón.

sábado, 3 de enero de 2009

Deseos para el 2009


De hecho, a cada quién nos va dependiendo de lo que pensemos de la vida. Me acuerdo de un cuento sobre esto, que dice:
Una vez salió un hombre de su pueblo en busca de un cambio. Llegó al pueblo vecino y se encontró con un anciano sentado en el pórtico de su casa.
Buenos días señor, lo saludo con amabilidad. Yo no soy de aquí y me gustaría saber cómo es la gente de este pueblo.
¿Y usted de dónde es?, le preguntó el anciano.
Yo soy del pueblo vecino de Zapotitlán el Alto
¿Y cómo son allá las gentes?
Pues son muy criticonas, no se ayudan entre sí y son muy envidiosas. Le contestó.
Pues acá, mi querido amigo, la gente es igual, le respondió el anciano.
Y el hombre partió desanimado con la respuesta.
Y continúa el cuento. Otro hombre, en busca también de un cambio salió de su pueblo y llegó con el mismo anciano sentado en el mismo pórtico de la casa.
Buenos días, buen hombre.
Estoy en busca de nuevos horizontes y quisiera saber cómo es la gente de este pueblo.
¿Y usted de dónde es?, le preguntó el anciano.
Soy vecino del pueblo de Tepozcaltepec
¿Y cómo son las gentes allá?
Son muy amables y serviciales. Hay una camaradería muy bonita y son buenos vecinos, le contestó.
Pues acá, mi querido amigo, la gente es igual. Y el hombre se quedo complacido con la respuesta del anciano.
Cómo todo depende del cristal con que se miran las cosas.

¿Cómo vemos el 2009?
Los “expertos” dicen que son tiempos difíciles y el pronóstico no es muy halagüeño. Se avecina una depresión mundial. El Neoliberalismo apunta aspectos que amenazan la subsistencia del proletariado o mejor dicho, todos los que estamos abajo del sistema macroeconómico (los excluyentes). El libre mercado capitalista y la globalización les dan entrada a los chinos con sus figuras de plástico de la Virgen de Guadalupe y del Santo Niño de Atocha. Se pelea por el registro de la marca de la Santa Patrona. Los grandes inversionistas acaparan los mercados financieros y juegan a quebrar las bolsas del mundo. Los bancos, apoyados por los gobiernos, juegan con usura la parte “que les corresponde” en el turista de la vida.

Esto quiere decir: Que no habrá mucho dinero. Que los despidos estarán a la orden del día y que buscar empleo será como buscar una aguja en un pajar (aunque el Presidente Calderón haya prometido el sexenio del empleo). En fin, el panorama exige un cambio. Pero… ¿Un cambio en qué, o de qué?
Un cambio de actitud. Un cambio de mirar la vida con positivismo y con realismo. No basta sólo con desear las cosas e ir a pedir favores y bendiciones al templo, a la Virgen Morena, a Santa Claus, a los Reyes Magos, o a quién sea Santo de nuestra devoción. La cuestión no es pedir, sólo los niños piden. El punto es: ¿Qué puedo hacer yo, hoy? ¿Qué puedo dar, para mejorar?

Basta de comportarnos como deficientes mentales, en espera de la llegada del Mesías. En espera de que ahora sí, Obama cambiará el mundo. En espera de que algo externo nos señale el rumbo. No es cuestión sólo de esperar a que un “milagro” mejore y cambie las cosas. Hay que hacer. Moverse, despertar de nuestro letargo adolescente. Hay que buscar en el sitio correcto las respuestas. Y ese sitio está en nosotros. Dentro de nosotros. Es un recurso propio, es algo que si revisamos, está en nuestro inventario. Pero, es más cómodo, depender. Esperar a que Papá Gobierno nos de, a que Papá Dios nos otorgue.

Nos da miedo intentarlo. Nos da flojera pensar. A veces no somos capaces de empezar a caminar nuestro propio y personal viaje. Hemos sido responsables y protagonistas de la realidad actual. Somos responsables del calentamiento global, de los secuestros, del tráfico urbano, del aumento en el consumo de drogas de nuestros jóvenes, de la enajenación mental de nuestros adolescentes con los videojuegos (…Santa me ha traído esta navidad, el juego de moda que todos mis amigos de la escuela ya tienen, “el guara guara”, o como se llame (que importa el nombre), con el puedo pasarme muchas horas matando a cuanto “pendejo” se me atraviese. Pero como quiero a mis hijos… (Ni siquiera puedo visualizar el daño que les hace esta violencia cibernética), todo sea por “estar a la moda”, no vaya ser que se traumen.

Hemos elegido con libertad limitada nuestro destino.

Pero, ¿Cómo podemos ver el 2009?

Cada quién lo ve, como quiera verlo. Ya no importa tanto la realidad, sino como cada quién la percibe. Unos ven un año difícil, otros fatal, unos pocos lo pueden mirar como una nueva oportunidad de cambio.

En fin, mis queridos lectores imaginarios sólo me resta desearles un año 2009 lleno de… lo que ustedes quieran, porque sólo ustedes, y nada más ustedes, lo podrán hacer a su manera.

Manda este correo a 10 personas más, porque si no, no se podrán cumplir tus anhelos de año nuevo. Sigue creyendo en Televisa, en TV Azteca, en el América, en que ahora sí el PRI va a regresar, en que sólo los colegios católicos tienen la salvación de dios, en… lo que tu quieras.
Feliz año 2009